La Sagrada Familia, Jesús, María y José
MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid nuestra más cordial y alegre bienvenida. Seguimos en Tiempo de Navidad. Y deciros que por circunstancias del calendario civil, esta fiesta de la Sagrada Familia, que normalmente se celebra el domingo después de Navidad, se traslada al viernes 30, al caer en, precisamente, domingo, la Navidad y la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Es un hecho previsto por el ordenamiento litúrgico desde hace muchos años. Y, en fin, que nos volvemos a reunir pocos días después de la Natividad del Señor. Volvemos hoy al templo para agasajar a los principales protagonistas de aquellas horas: a Jesús, María y José: la Sagrada Familia. Hoy no es un día festivo y, entonces, tiene más merito que podamos reunirnos hoy. Y ante ello queremos que nuestra celebración sea, aun más, si cabe, fuerte y vibrante por amor por la familia. Vivimos tiempos difíciles y de esa dificultad no se libra, tampoco, la familia. Oremos con fe y entusiasmo a la Sagrada Familia de Nazaret para que impulse la vida cristiana en todas las familias del mundo.
ANTÍFONA DE ENTRADA Is 2,16
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre
ACTO PENITENCIAL
El Señor Jesús, a quien recibimos hecho Niño en Belén, nos invita siempre a la paz y a la reconciliación y muy especialmente en este Tiempo de Navidad. Usando su misma generosidad nosotros nos reconocemos pecadores.
Señor, Tú que resucitaste para salvarnos, Señor ten piedad
Señor ten piedad
Señor, Tú que nos envías a tu Espíritu para que actuemos en paz y con amor,
Cristo ten piedad.
Señor, Tú que vienes al mundo a hacerlo más justo y solidario,
Señor ten piedad.
ORACIÓN COLECTA
Dios Padre nuestro, que has propuesto la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo; concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo
Por Nuestro Señor Jesucristo
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura vamos a leer un texto del Libro del Eclesiástico. El autor sabio del Antiguo Testamento nos da enseñanzas firmes para que nuestras familias funcionen en el amor y en la esperanza.
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra de Dios.
S.- El Salmo 127 es un canto constante de bendición del hombre justo al Señor Dios. Pero a su vez esa bendición vuelve hacia los fieles convertida en apoyo de Dios al camino de quienes en Él confían. Y ese entrelazamiento de Dios con quienes se entregan a Él constituye esa doble corriente de amor y de ternura. Es la enseñanza que hoy a nosotros debe traernos el salmo que vamos a proclamar.
R.- DICHOSOS LOS QUE TEMEN AL SEÑOR Y SIGUEN SUS CAMINOS.
Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos. R.-
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.-
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R. -
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.-
2.- San Pablo en la segunda lectura, sacada de la Carta a los Colosenses, nos da el esquema de vida que hará que todo lo deseable para nosotros sea realidad: “que vuestra vida la presida la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón… y así la paz de Dios habitará en vuestros corazones.
Hermanos:
Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios
3.- El Evangelio de San Lucas nos va a referir la presentación del Niño Jesús en el Templo. Y en el prodigioso relato de Lucas escucharemos las profecías de Simeón y de Ana sobre el futuro del Niño. La oración de Simeón, el “Nunc Dimitis” es uno de los grandes himnos litúrgicos del pueblo de Dios. Lo que anuncian las profecías es cuestión de familia. es la vida de Jesús, y de María, y de José.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
-- Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
-- Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor
Oremos al Señor nuestro Dios, que es el Padre de la gran familia humana y supliquémosle:
R. - RENUEVA NUESTRAS FAMILIAS, SEÑOR
1.- Por la Iglesia, que es la gran familia de los hijos de Dios; para que sepa acoger a todos, abriendo cada día su mesa, lugar de descanso, de fortalecimiento y de fiesta.
OREMOS
2.- Por todos los hogares, para que sepamos guardar los valores fundamentales de la familia y se los enseñemos a nuestros hijos.
OREMOS
3.- Por los esposos, para que vivan desde la donación, la entrega, el perdón, el agradecimiento y la comunicación.
OREMOS
4.- Por los padres, para que sepamos educar a nuestros hijos con mucho amor, respetando su personalidad y agradeciendo su confianza.
OREMOS
5.- Por los novios, para que sean valientes, tengan un noviazgo responsable y se preparen en serio para tener una vida familiar según el proyecto de Dios.
OREMOS
6.- Por los gobernantes, para que solucionen los grandes problemas de educación, vivienda, salarios, trabajo, todo lo que afecta a la buena marcha de la vida familiar.
OREMOS
7.- Por las familias desunidas, por las que sufren, para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana.
OREMOS
Escucha Señor, la plegaria de tu Iglesia que pone su confianza en tu amor y su mirada en el hogar de Nazaret.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
PLEGARIA EUCARÍSTICA
El Señor esté con vosotros
Levantemos el corazón
Demos gracias al Señor nuestro Dios
Padre Nuestro, eres digno de toda alabanza.
Cuando miramos el mundo y su historia
Descubrimos tu presencia y tu Espíritu,
sobre todo en este Tiempo de Navidad,
cuando tu Hijo querido ha nacido entre los hombres.
Y se ha hecho como uno de nosotros para salvarnos
Tú eres, Dios Padre, el gran Pastor del universo
has trazado el sendero de los astros;
luces inmensas que caminan por los espacios
formando el incontable rebaño de las estrellas.
Tú eres quien abre la puerta del aprisco de los vientos,
que, unas veces, se desatan huracanados
y, otras, acarician los trigos suavemente.
Tuyas son las estaciones que obedecen tu llamada,
Como ovejas que aman a su Pastor.
La misma fuerza de amor
que alimentas en cada uno de nosotros,
y en todos los pueblos,
es un poema de amor que te ofrecemos,
Padre de todos los hombres y mujeres,
con este canto de alabanza
SANTO, SANTO, SANTO
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Bar 3.38
Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre Nuestro, que nos amas y nos perdonas, concede a cuantos han renovado con estos divinos sacramentos, imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las pruebas de esta vida, podamos gozar en el cielo de tu eterna compañía
Por Jesucristo Nuestro Señor
Despedida
Hemos celebrado esta Eucaristía en honor de Jesús, María y José, la Sagrada Familia. Y que la enseñanza de su vida familiar allá en Belén, o en exilio de Egipto o en Nazaret, nos sirva para entender que la familia es Iglesia Doméstica, que es lugar de paz, de amor y de crecimiento.
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