Color: Blanco
Santoral
La Natividad de Nuestro Señor Jesús
Introducción a la celebración
Queridos hermanos y hermanas: ¡Bienvenidos a la Casa del Padre Común!
Estamos de fiesta: es Navidad. Jesucristo, eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, consagra el mundo con su misericordia; nace en Belén, de María Virgen, por obra del Espíritu Santo.
Aquí estamos celebrando esta “buena noticia”, “esta gran alegría”. “Dios se ha hecho uno de nosotros”.
En este clima de fiesta y alegría, nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
Alegrémonos, hermanos y hermanas, en el Señor; que el gozo llene nuestros corazones. ¡Hoy no podemos estar triste! Celebramos la la Navidad en memoria del día en que Jesús se hace hombre, aparición de su amor, comienzo de nuestra salvación.
Que la alegría y la paz de Cristo,
hecho Niño en Belén,
estén con ustedes y lleguen
al mundo entero.
Escuchemos el solemne anuncio del nacimiento de Jesús.
Lector: Pregón.
Acto penitencial
Jesús vino al mundo no a condenarlo, sino a salvarlo. Con humildad y confianza, abramos el corazón a su misericordia.
– Tú, Señor, que eres santo, quisiste nacer en medio de nuestros pecados para perdonarnos.
¡Señor, ten piedad!
– Tú, Señor, que eres fuerte, quisiste nacer débil como un niño para darnos fuerzas.
¡Cristo, ten piedad!
– Tú, Señor, que eres inmortal, te encarnaste para poder morir y darnos la inmortalidad.
¡Señor, ten piedad!
Gloria
El cielo y la tierra, los ángeles y los hombres cantan la alegría de la Navidad: lo hacemos también nosotros. Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura: El profeta Isaías anuncia, de parte de Dios, una buena noticia: el Señor vendrá y traerá la paz a todos los pueblos de la tierra. Que nadie esté triste ni desalentado.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: "¡Tu Dios es rey!" Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
Salmo 97, 1-6) Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Segunda lectura: Dios habló a los hombres de muchas maneras, pero la más importante y definitiva es Jesucristo, la Palabra eterna de Dios.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: "Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado", o: "Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo"? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: "Adórenlo todos los ángeles de Dios."
Palabra de Dios
Evangelio: La Palabra eterna de Dios, que creó todas las cosas, se hace uno de nosotros, para que podamos llegar a ser hijos de Dios.
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
-- Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
Credo
Hoy, al rezar “que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo”, todos nos arrodillamos.
Al anuncio de la buena nueva, los pastores y los magos respondieron con fe. Nosotros también reconocemos en el niño al Hijo de Dios, que nos trae la salvación. Creo...
Oración de los fieles
Jesús nos trajo su salvación y nos hizo hijos de Dios. Pidamos esta gracia y esta alegría para todos los hombres.
A cada intención, pedimos:
Misa de la noche: Jesús, Salvador, Mesías y Señor, guíanos.
Misa del día: Jesús, Hijo de Dios permanece entre nosotros.
Para que la Iglesia pueda, en los países subdesarrollados, anunciar con vigor la esperanza y la justicia de la Navidad. Oremos.
Para que todos los pueblos, razas y naciones separados por odios y guerras encuentren el diálogo y la paz. Oremos.
Para que los que tienen en sus vidas la marca de Cristo pobre e indefenso: los enfermos, los que no tienen trabajo, los ancianos solos, los que padecen graves necesidades... encuentren la Navidad en nuestra solidaridad. Oremos.
Para que nuestros familiares y amigos difuntos celebren, junto a Jesús, María y José, la Navidad eterna. Oremos.
Para que todos nosotros recibamos a Jesús en el corazón y sintamos la alegría de ser hijos de Dios. Oremos.
¡Señor Jesús! Tú que eres la luz que brilla en las tinieblas y la Palabra eterna de Dios, conmueve los corazones endurecidos, para que todos te reciban y tu salvación llegue a los confines de la tierra. Te lo pedimos.
Presentación de las ofrendas
Jesús, el Hijo de Dios, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a él, con la sencillez de los pastores, presentemos al Señor los frutos de nuestra generosidad.
Prefacio (propio)
Hoy, de una manera especial, tenemos que levantar nuestro corazón al Padre en acción de gracias y alabanza. Con gozo desbordante, unámonos al celebrante y cantemos luego el “Santo” junto a los ángeles, a los santos y a todos los hombres de buena voluntad que ama el Señor.
Padrenuestro
Hermanos: Jesús nos hizo hijos de Dios y nos enseñó a llamarlo “Padre”. Digamos con especial alegría: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús, luz y Palabra eterna de Dios y hermano nuestro. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Con alegría, vayamos al encuentro de Jesús, el que nació en Belén y permanece junto a nosotros en la eucaristía.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración postcomunión).
Rito de conclusión
Hermanos: La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Festejemos con alegría el nacimiento de Jesús y llevemos a cuantos nos rodean la gran noticia. ¡Todo el año es Navidad, si cada día hacemos algo por la felicidad de todos los demás!
Que el Señor esté con ustedes.
Bendición solemne (M., pág. 630, nº2).
Canto Final
Queridos amigos: Con la alegría y la seguridad de que Jesús nos ama, nos retiramos cantando...
No hay comentarios:
Publicar un comentario