“Necio, esta misma noche vas a morir. Lo que has acumulado, ¿para quién será?”
Así le sucede al que amontona riquezas para sí mismo y no es rico a los ojos de Dios».
Introducción a la
celebración
Hermanos y hermanas: La
avaricia y la codicia acechan a todos. En este domingo 18o Durante el año, la
liturgia nos muestra la insensatez de quien atesora para sí afectos, placeres,
dinero y cosas materiales, en un afán de tener siempre más, dando un valor absoluto
a lo que es relativo y caduco.
Nos ponemos de pie. Recibimos
al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros
corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
“Cuídense de toda avaricia
porque, aún en la abundancia, la vida del hombre no está asegurada por sus
riquezas”.
Así de sensata es la enseñanza de Jesús, que hoy nos previene contra
toda forma de codicia
Acto penitencial
¿Quién está libre de ese afán posesivo y desmesurado de cosas
materiales?
Abramos el corazón a la misericordia de Dios, que tiene compasión de sus
servidores.
Tú que te has hecho pobre para enriquecernos.
Señor, ten piedad.
– Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia.
Cristo, ten piedad.
– Tú que has venido para que tengamos vida eterna.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorifiquemos a Dios, que
nos ha creado para gozar de los bienes del Cielo: Gloria...
Liturgia de la
Palabra
Primera lectura (Ecl 1, 2; 2, 21- 23): Con desaliento, el autor del Eclesiastés quiere
recordarnos lo pasajero de las cosas terrenas.
¡Vanidad de vanidades, dice el sabio Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad!
Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su herencia a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave desgracia. Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.
PALABRA DE DIOS.
Salmo (Sal 89, 3-6. 12-14. 17): Haciéndose eco de esta verdad, el salmista
proclama la soberanía de Dios y la precariedad de la vida. Participamos de esta
oración aclamando:
“Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación”.
Segunda lectura (Col 3, 1-5. 9-11): El hombre nuevo, que nació en nosotros con el
Bautismo, nos impulsa a buscar los bienes del Cielo.
Hermanos:
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque ustedes han muerto, y su vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán gloriosos, juntamente con Él.
En consecuencia, den muerte a todo lo que hay de terreno en ustedes: la fornicación, la impureza, la pasión desordenada, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
No sigan engañándose los unos a los otros.
Despójense del hombre viejo con sus obras, y revístanse del hombre nuevo que, en busca de un conocimiento más profundo, se va renovando a imagen de su Creador.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y griegos, circuncisos e incircuncisos, bárbaros e incivilizados, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
PALABRA DE DIOS.
Evangelio (Lc 12, 13-21): Jesús muestra la insensatez de la avaricia, y nos
estimula a ser ricos para Dios.
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
— «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le contestó:
— «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?»
Y dijo a la gente:
— «Miren: guárdense de toda clase de codicia. Que por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes».
Y les propuso una parábola:
— «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y se puso a pensar:
“¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha”.
Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta misma noche vas a morir. Lo que has acumulado, ¿para quién será?”
Así le sucede al que amontona riquezas para sí mismo y no es rico a los ojos de Dios».
PALABRA DEL SEÑOR.
Credo
El “Credo” es nuestra
aceptación pública de la palabra de Dios que hemos celebrado. Digamos con
entusiasmo: Creo...
Oración de los fieles
Roguemos al Señor para que todos, y en
especial quienes más bienes materiales poseen, nos veamos libres de los engaños
de la codicia y el egoísmo.
A cada intención, proclamemos: Danos, Señor,un corazón sensato.
Por las órdenes y
congregaciones religiosas: para que sean modelos de desprendimiento y pobreza. Oremos.
Por los que ejercen alguna
función pública: para que la codicia no los arrastre. Oremos.
Por los que sufren por
la avaricia y la codicia de otros: para que encuentren un justo resarcimiento. Oremos.
Por todos nosotros: para que
no caigamos en la tentación de la codicia, sepamos valorar los bienes
terrenales con criterios evangélicos y aspiremos a los bienese ternos. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Danos, Señor, un corazón sensato, para que descubramos el valor de los
bienes celestiales y el vacío que siempre deja poner el corazón en los bienes
de este mundo. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Cristo, muerto y resucitado para nuestra
salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a él, por medio del
celebrante, presentemos al Señor Dios del universo el propósito de crecer y
madurar en la fe para ayudar a los necesitados.
Prefacio (P.E. IV)
Este es el momento central de nuestra eucaristía. Con aclamaciones y el
canto, nos unimos al celebrante, con gozo y gratitud, porque el Señor, nuestro
Dios, es la fuente de la vida e hizo todas las cosas para colmarlas de
bendiciones.
Padrenuestro
El Padrenuestro manifiesta el
anhelo de todo corazón entregado a Dios. Digamos con fe: Padre…
Cordero de Dios
“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre”, dice el
Señor. Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los
invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: La comunión reproduce la Cena
Pascual de Jesús con sus discípulos. El Señor nos exhorta: “Cuídense de toda
avaricia”. Con alegría, vayamos a participar de la Cena del Señor cantando.
Avisos parroquiales
(Después de la
Oración Poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: El mensaje ha sido claro. ¿Para qué gastar la vida corriendo
codiciosamente tras los bienes pasajeros? Los cristianos tenemos una misión
mucho más comprometida: construir el reino de
Dios.
Que el Señor esté con ustedes.
Ven, Señor,
en ayuda de tus hijos
y derrama sobre ellos
tu inagotable
bondad, para que busquen siempre los bienes celestiales.
Y que la bendición de Dios...
Despedida
Queridos amigos: Animados
por la enseñanza evangélica y la gracia del Señor, nos retiramos cantando.
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