La sabia ordenación de la Liturgia de la Palabra emanada del Vaticano II nos da la oportunidad y nos impone el deber de darle al pueblo de Dios una más amplia formación sobre la Palabra, por la variada, estudiada y conseguida coordinación de las Lecturas, pero algunas veces pienso que en general estamos aprovechando con mucha deficiencia tal oportunidad y deber y seguimos manteniendo al pueblo de Dios en formación rudimentaria.
Liturgia de las Horas: 3ra. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
Introducción a la
celebración
Hermanos y hermanas: Dios ha
querido hacernos partícipes y constructores de su reino. Esto reclama una
actitud despierta, atenta, en tensión hacia el objetivo que se nos ha confiado.
En este 19º domingo Durante el
año, Jesús nos inculca confianza y nos previene contra un obstáculo muy serio: la
codicia... porque donde está nuestro tesoro, allí también estará nuestro
corazón.
Nos ponemos de pie. Recibimos
al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo
nuestros corazones y voces, cantamos.
Saludo inicial
Hermanos: El domingo pasado,
Jesús nos decía: “Cuídense de toda avaricia”. Hoy nos invita al
desprendimiento, a dar limosna, a acumular un tesoro inagotable en el Cielo.
Para eso necesitamos estar alertas, tener una actitud vigilante que solo la fe
puede sostener.
El amor y la paz de Dios
Padre, que quiso darnos el Reino como el mayor tesoro,
estén con todos ustedes.
Acto penitencial
“Los ojos del Señor están fijos sobre los que esperan en su
misericordia”. Con esta confianza, examinemos qué hicimos de nuestra vida desde
nuestra última misa.
– Tú solo eres Santo. Cuando la fe no gobierna nuestra vida.
Señor, ten piedad.
– Tú nos diste una vida nueva. Cuando no compartimos nuestros bienes con
generosidad.
Cristo, ten piedad.
– Tú nos amaste hasta el extremo. Cuando no estamos vigilantes y cedemos
a la codicia.
Señor, ten piedad.
Gloria
Vamos
a alabar, a bendecir, adorar, a glorificar, a dar gracias. Digamos con fervor: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Sab 18, 5-9): En agradecimiento por su liberación, los justos de Israel
decidieron compartir sus bienes.
La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa en que tenían puesta su esperanza.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los enemigos, pues con una misma acción castigabas a los adversarios y nos honrabas, llamándonos a ti.
Los santos hijos de los justos ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Palabra de Dios.
Salmo (Sal 32,1. 12. 18-20. 22): El salmista aclama al Señor por la
providencia con que sustenta a quienes esperan en él. Participamos de esta
oración aclamando: ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
Segunda lectura (Heb 11, 1-2. 8-19; o más breve: Heb 11, 1-2. 8-12): La fe sostiene
nuestra entrega a la Palabra de Dios y nos hace dignos de aprobación.
Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve.
Por su fe, son recordados nuestros antepasados. Por fe, obedeció Abraham a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en herencia. Salió sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas —y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por fe, también Sara, a pesar de su avanzada edad, recibió el poder de concebir, porque confió en quien se lo había prometido. Y así, de un solo hombre, sin vigor ya para engendrar, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. Con esa fe murieron todos ellos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les había preparado una ciudad.
Por fe, Abraham, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia». Pero Abraham pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. Y así, recobró a Isaac como un símbolo y figura del futuro.
PALABRA DE DIOS.
Evangelio (Lc 12, 32-48; o más breve: Lc 12, 35-40): El discípulo de Jesús
espera la llegada de su reino con gran vigilancia, cuidándose especialmente de
la codicia de los bienes materiales.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre."
Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?"
El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá."
Palabra del Señor.
Credo
Confesemos la una y sola fe
de la Iglesia de todos los tiempos extendida por toda la tierra: Creo...
Oración de los fieles
Los cristianos, desde sus
orígenes, sintieron la necesidad de rezar por todos los hombres. Hagámoslo
también nosotros con entusiasmo.
A cada intención, pedimos: Danos fuerza para compartir nuestros
bienes.
Para que todos los bautizados mantengan encendida la lámpara de la fe,
trabajando en la construcción del Reino. Oremos.
Para que la justicia social llegue a los sectores más desprotegidos. Oremos.
Por los que no quieren compartir, los que no tienen fe, los que ponen su
corazón en los bienes de este mundo, para que superen su falta de conciencia. Oremos.
Para que el Señor, ahora y al final de nuestra vida, nos encuentre
ocupados en la tarea que nos confió. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Ya
que esperamos confiadamente en ti, Señor, danos fuerza para afrontar el combate cristiano y para no dejarnos abatir por el desaliento. Te lo
pedimos...
Presentación de las ofrendas
La bondad del Señor, Dios del Universo, puso
a nuestra disposición todos los bienes de la tierra. Por eso, agradecidos,
junto al pan y el vino, presentamos el propósito de colaborar con nuestro trabajo
en la construcción de un mundo mejor.
Prefacio (Durante el año VI)
Dios ha querido hacernos
partícipes y constructores de su reino. Por eso, presentamos la gran Acción de
gracias que el celebrante eleva en nombre de todos, con el canto del Santo,
porque en Dios, creador y salvador, vivimos, nos movemos y existimos.
Padrenuestro
Hemos concluido la Plegaria
eucarística. Ahora preparamos nuestro corazón para recibir su fruto: el Cuerpo
y la Sangre de Jesús. Recemos con alegría: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Este es el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo: Jesús, que nos llama a poner nuestro corazón en
el reino de Dios. Dichosos los llamados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Recibiendo a Cristo
en la eucaristía, renovemos nuestras fuerzas, ya que somos peregrinos
necesitados del Pan de Vida. Con alegría, vayamos a participar de la Cena del
Señor, cantando.
Avisos parroquiales
(Después de la
Oración Poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra
misión comienza.
Hermanos: La misión que nos propone hoy la liturgia es
grandiosa; poner el corazón en el tesoro eterno, compartir fraternalmente lo
que tenemos y trabajar por instaurar el reino de Dios entre los hombres.
Que el Señor esté con ustedes.
Confirma en tus hijos, Señor, el espíritu de hijos adoptivos para que te
glorifiquen trabajando por el Reino.
Y que la bendición...
Despedida
Queridos amigos: Alegres porque llevamos en
el corazón ese gran tesoro que es el reino de Dios, nos retiramos cantando.
FELIZ DOMINGO EN LA PAZ DEL SEÑOR !!
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