Santoral
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: Estamos en las tres últimas semanas del año litúrgico.
En este domingo la liturgia nos enfrenta con el final de nuestra vida terrestre y nuestro encuentro definitivo con el Señor. Como todo hombre, el cristiano desconoce “el día y la hora”, pero aguarda ese momento preparándose con prudente y esperanzada responsabilidad. Iniciamos la celebración cantando.
Saludo inicial
Estén preparados porque no saben el día ni la hora, es la afectuosa y firme advertencia de Jesús.
Hermanos: La liturgia, hoy, nos inculca sabiduría frente a la realidad de nuestro final, para que no estemos tristes como los que no tienen esperanza.
El amor de Dios Padre que resucitó a Jesucristo y llevará con Jesús a los que murieron con él esté con todos ustedes.
Sabemos que Dios es lo más importante. Pero muchas veces andamos por la vida sin prestarle la debida atención. Pidamos humildemente perdón.
Salvador nuestro: Porque sales a nuestro encuentro pero muchas veces no te buscamos.
Señor, ten piedad.
– Redentor nuestro: Porque muchas veces pensamos mal como los que no tienen esperanza.
Cristo, ten piedad.
Mediador nuestro: Porque no preparamos nuestro encuentro contigo con prudente responsabilidad.
Gloria
Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Por eso, glorifiquemos a
Gloria...
Liturgia de
Primera lectura (Sab 6, 12-16): Dios –personificado por la sabiduría– sale constantemente a nuestro encuentro y nos busca.
La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.
Palabra de Dios.
Salmo (Sal 62, 2-8): Percibiendo que el Señor es el supremo valor, el salmo expresa el ansia de Dios. Participamos de esta oración, aclamando:
R.- MI ALMA ESTÁ SEDIENTA DE TI, SEÑOR, DIOS MÍO.
Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansía de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.-
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloría!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.-
Segunda lectura (1Tes 4, 13-18): El Apóstol nos estimula a esperar nuestro final con la segura esperanza de quienes creen en Jesús.
No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto en Jesús, Dios, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como Palabra del Señor: nosotros, los que vivimos y quedamos para su venida, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra de Dios.
Evangelio (Mt 25,1-13): Jesús hace un llamado a nuestra responsabilidad personal frente a Dios, quien, nos ama y viene a nuestro encuentro.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-- El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
--¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:
--Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.
Pero las sensatas contestaron:
-- Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
--Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió:
--Os lo aseguro: no os conozco.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
Palabra del Señor
Proclamemos nuestra firme esperanza acerca de la resurrección de la carne y la vida perdurable.
Creo...
Hermanos: Cuántos hombres viven como si Dios no existiera, como si el final hubiese de llegar algún día. Intercedamos con fe, para que todos vivamos más sabiamente.
A cada intención, pedimos: Danos sabiduría para buscarte con decisión.
Para que
Para que el progreso científico redunde siempre a favor de la humanidad.
Oremos.
Para que cuantos viven en la inconsciencia y la irresponsabilidad den respuestas frente a los problemas de la vida. Oremos.
Presentación de las ofrendas
Después de alimentarnos con
Prefacio (Durante el año IV)
Dios, porque poseemos desde ahora las primicias del Espíritu y esperamos participar eternamente del misterio pascual.
Padrenuestro
Hemos concluido
Cordero de Dios
El Señor es nuestro pastor y nada nos puede faltar. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús, que volverá a hacernos participar de su gloria. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Peregrinamos hacia la casa del Padre y necesitamos la fuerza que nos comunica Jesús en la eucaristía. Con alegría, vayamos
Avisos parroquiales
(Después de la oración Poscomunión).
(Después de
Rito de conclusión
enfrentado con nuestro final para que sabiamente lo preparemos, no con triste- za, sino con alegre, confiada y prudente responsabilidad.
El Señor esté con ustedes.
Aleja, Señor, de tus hijos todos los obstáculos que les impide buscarte y estar contigo.
Y que la bendición de Dios...
Canto Final
Queridos amigos: Con alegría por- que el Señor nos llama a participar de la pascua eterna, nos retiramos cantando.
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