Color: Verde
Santoral
San Francisco de Sales, Obispo de Ginebra
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: El modo más común de comunicarnos entre nosotros es la palabra. Dios, para relacionarse con nosotros, eligió el mismo camino. Los judíos aprendían a escuchar la Palabra de Dios en la sinagoga. En la comunidad se veneraba la Escritura.
En este 3º domingo Durante el Año, la Iglesia nos invita a valorar la Palabra de Dios contenida en la Biblia y que, sobre todo, se hizo carne en Jesucristo.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que presidirá nuestra eucaristía y, con alegría y como hermanos, cantamos.
Saludo inicial
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida, vamos a exclamar en el salmo responsorial.
Hermanos: este domingo está dedicado a resaltar la importancia de la Palabra de Dios, que, en frase de san Agustín, no es menos importante que el Cuerpo de Cristo.
Que la gracia
de nuestro Señor Jesucristo,
ungido por el Espíritu Santo
para anunciar la Buena Noticia
de la salvación a todos los hombres,
esté con ustedes.
Acto penitencial
Jesús vino a anunciar la gracia, la misericordia de Dios Padre. Con este gozo, pidamos perdón.
Hermanos: Poco o mucho, todos descuidamos la Palabra de Dios, pero el Señor quiere perdonarnos. Abramos nuestro corazón a su misericordia.
– Palabra eterna del Padre, por lo que todo ha venido a la existencia; cuando no escuchamos tu Palabra.
Señor, ten piedad.
– Luz verdadera que ilumina a todo hombre, cuando tu palabra no es nuestra alegría.
Cristo, ten piedad.
– Hijo de Dios, que has acampado entre nosotros, cuando no practicamos tu palabra.
Señor, ten piedad.
Gloria
Con entusiasmo, glorifiquemos a la Trinidad que, en Jesucristo, nos dio su Palabra. Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10): Observemos cómo el pueblo judío –igual que nosotros– se reunía para escuchar con veneración y alegría la Palabra de Dios.
Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo —pues se hallaba en un puesto elevado— y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:
— «Amén, amén.»
Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:
— «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.»
Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron:
— «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»
Palabra de Dios.
Salmo (Sal 18, 8-10. 15): Como un eco de esta actitud, el salmista exalta la Palabra de Dios y sus preceptos, que alegran el corazón. Participamos de esta oración exclamando: ¡Tus palabras, Señor, son espíritu y vida!
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfectay es descanso del alma;el precepto del Señor es fiele instruye al ignorante. R/.
Segunda lectura (1Cor 12, 12-30 o más breve 12, 12-14. 27): San Pablo enseña que cada bautizado, con sus propios dones, es miembro del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.
Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?
Palabra de Dios.
El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,para anunciar a los cautivos la libertad.
Evangelio (Lc 1, 1. 4; 4, 14-21): Jesús pronuncia su primera predicación, rectificando su identidad y su misión.
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,porque él me ha ungido.Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad,y a los ciegos, la vista.Para dar libertad a los oprimidos;para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Palabra del Señor.
Hoy se cumple esta Escritura
La Palabra de Dios es el centro de la liturgia de hoy. Las lecturas presentan tres personajes. Primero, Esdras, que convoca a la comunidad hebrea para que escuche la Palabra de Dios y haga fiesta. Después, Pablo explica que Cristo y nosotros formamos un solo cuerpo. Finalmente, Jesús, en la sinagoga de Nazaret, comienza su predicación anunciando a sus compatriotas que en él se cumplen las antiguas profecías sobre el Mesías esperado.
El «hoy», proclamado por Cristo aquel día, vale para todos los tiempos y resuena también para nosotros recordándonos la actualidad de la salvación. Dios sale al encuentro de los hombres y las mujeres de todas las épocas en la situación concreta en que se encuentran y les invita a acoger la verdad del Evangelio y a caminar por la senda del bien (cf. Juan Pablo II, Homilía, 1-II-1998).
Dios nos habla por medio de su Palabra, que es palabra de vida, de amor, de salvación. Nosotros recibimos la Palabra en la Iglesia. Acoger confiadamente la Palabra de Dios y vivir en la Iglesia son dos pilares básicos en la vida del cristiano. Nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre (San Cipriano).
Jesús ha fundado la Iglesia como continuadora de su obra, y, te llama a vivir la fe en ella.
Tú eres Iglesia. Y la Iglesia es como es: Santa porque está fundada por Jesucristo, que es santo y porque todos los que formamos la Iglesia estamos llamados a ser santos; y pecadora porque los que formamos la Iglesia somos pecadores.
Por eso has de amar a la Iglesia, porque es tu familia, tu madre y tus hermanos, y, aunque esa familia tenga fallos es, al fin y al cabo, ¡tu familia! Y si tiene fallos es porque cada uno de los que formamos la familia tiene sus fallos y pecados. Sí, tú y yo también. Por eso es importante que trates de vivir siempre en comunión con la Iglesia. En comunión con su vida y su doctrina. La Iglesia es el Pueblo de Dios que camina en la historia hacia la plenitud del Reino de los Cielos. Y en ese caminar está presidida en la caridad por el Papa, que tiene encomendada por Jesucristo la misión de gobernar, enseñar y santificar la Iglesia.
En la Iglesia todos tenemos un compromiso y una tarea. Y, hoy, la Palabra de Dios te invita a tomar conciencia de tu papel en la Iglesia: tú eres importante, porque tú eres Iglesia. Todos los carismas, todos los dones que Dios te ha dado son necesarios.
¿Te has dado cuenta de ello? ¿Te has dado cuenta de que también tú tienes algo que hacer en la Iglesia? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades son necesarias para el bien de la Iglesia y de los hombres? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades no son tuyas, sino que son un don que el Señor te da para el crecimiento de la Iglesia? Además, ¿te has dado cuenta de que si tú eres santo la Iglesia será mejor, será más santa, mientras que si no lo eres se irá empobreciendo la Iglesia? ¡Animo! ¡Acepta el reto! Dios te quiere unido con amor a la Iglesia, Dios te quiere trabajando en ella y por ella. Dios quiere que seas un cristiano vivo, activo, comprometido. ¿Te animas?
Compromiso semanal
Reza por el crecimiento de la Iglesia. Revisa si estás trabajando como Dios quiere en la Iglesia.
Proclamemos nuestra fe en este Dios Padre que envió a Jesús para anunciar la liberación con la fuerza del Espíritu Santo. Creo...
Oración de los fieles
Elevemos nuestra súplica para que la Palabra de Dios ilumine y alimente a todos los hombres.
A cada intención, pedimos: Que tu palabra alegre nuestro corazón.
Por los que en la Iglesia tienen la misión de estudiar y transmitir la Palabra de Dios, para que lo hagan con dedicación y espíritu de servicio. Oremos.
Por los profesionales de la palabra en los medios de comunicación, para que alumbren la verdad y estimulen el bien. Oremos.
Por los ciegos del alma y los que tienen oprimido el corazón, para que la Palabra de Dios los libere y les dé vida. Oremos.
Por nosotros, para que leamos cada día la Palabra de Dios, creamos en ella y la practiquemos. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Que tu Palabra, Señor, alegre nuestro corazón y el de todos los hombres para que podamos multiplicar nuestras buenas obras. Te lo pedimos..
Credo
Proclamemos nuestra fe en este Dios Padre que envió a Jesús para anunciar la liberación con la fuerza del Espíritu Santo. Creo...
Oración de los fieles
Elevemos nuestra súplica para que la Palabra de Dios ilumine y alimente a todos los hombres.
A cada intención, pedimos: Que tu palabra alegre nuestro corazón.
Por los que en la Iglesia tienen la misión de estudiar y transmitir la Palabra de Dios, para que lo hagan con dedicación y espíritu de servicio. Oremos.
Por los profesionales de la palabra en los medios de comunicación, para que alumbren la verdad y estimulen el bien. Oremos.
Por los ciegos del alma y los que tienen oprimido el corazón, para que la Palabra de Dios los libere y les dé vida. Oremos.
Por nosotros, para que leamos cada día la Palabra de Dios, creamos en ella y la practiquemos. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Que tu Palabra, Señor, alegre nuestro corazón y el de todos los hombres para que podamos multiplicar nuestras buenas obras. Te lo pedimos..
Presentación de las ofrendas
Cristo estuvo presente en su Palabra, pronto lo estará también en la eucaristía. Junto con el pan y el vino, presentamos los gozos y las fatigas de cada día.
Prefacio (PE Vb)
Con aclamaciones y el canto del Santo, nos unimos al celebrante que, en nombre de todos, eleva a Dios este himno de alabanza, porque nos invita a escuchar su palabra y nos reúne en un solo cuerpo.
Padrenuestro
Al prepararnos para la comunión, recordemos que el Espíritu del Señor también está en nosotros y nos hace llamar a Dios Padre. Digamos con fe: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Jesús, palabra eterna de Dios. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Hemos comulgado con la Palabra de Dios, hagámoslo ahora en la mesa de la eucaristía, que sella el don de Dios y nuestro compromiso comunitario. Con alegría, marchemos a recibir el Pan de Vida.
Rito de conclusión
La misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: Jesús, la palabra divina, hecho uno de nosotros, fue ungido para anunciar a todos la libertad y la alegría de los hijos de Dios. Ésta es también nuestra misión entre los hombres.
Que el Señor esté con ustedes.
Asiste, Señor, a estos hijos tuyos,
a quienes reúnes
con tu Palabra de vida,
para que, guardándola en su corazón,
produzcan en abundancia
frutos de buenas obras.
Y que la bendición...
Despedida
Queridos amigos: la Palabra de Dios alegra nuestro corazón. Con esta alegría, nos retiramos cantando.
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