DOMINGO I DE ADVIENTO
1 DE DICIEMBRE DE 2013
Adviento: Iniciamos la espera
Un año más los cristianos nos preparamos para recibir entre nosotros al Dios Niño. Jesús nace en Belén y la humanidad entera inicia una nueva andadura de paz, amor y alegría. Asumamos este nuevo Adviento como el definitivo, como aquel que nos hará mejores para siempre.
Introducción a la celebración
Hermanos y
hermanas: Dentro de cuatro semanas celebraremos el nacimiento de Jesús. A estas
semanas las llamamos “Tiempo de Adviento”, que significa “advenimiento”,
“venida”.
Todo el Adviento se caracteriza por la espera confiada y vigilante del
Señor que viene. En este primer domingo, Jesús nos exhorta a vigilar, a no
“dormirnos” en la búsqueda de la salvación que él trae.
Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico. La Iglesia ha dividido el
tiempo litúrgico en tres ciclos. Este año se denomina “ciclo B” y su
característica es leer habitualmente el evangelio de san Marcos.
La liturgia del Adviento nos invita al recogimiento y a la conversión. Por
eso, se viste de morado y suprime el canto del Gloria que retomaremos
solemnemente en la misa de Nochebuena.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá
nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
¡Pastor de Israel, ven a salvarnos!,
rezaremos en el salmo responsorial.
Hermanos: El
Señor, hoy, nos exhorta a estar vigilantes, despiertos, activos a la espera de
su venida.
El amor y la misericordia del Padre,
que nos llama a vivir en comunión
con su Hijo Jesucristo,
estén con todos ustedes.
Acto penitencial
Somos pecadores, pero Cristo viene a
nosotros para que seamos irreprochables el día de su venida definitiva.
Abrámonos a su misericordia.
–Tú que vas al encuentro de los que practican la justicia.
Señor, ten piedad.
–Tú que nos mantendrás firmes hasta el fin.
Cristo, ten piedad.
–Tú que vienes a llenarnos de esperanza.
Señor, ten piedad.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura Nuestra primera lectura de hoy es del capítulo segundo del Libro del Profeta Isaías y marca el tiempo mesiánico. Ese día en que todos los pueblos caminarán hacía quien va a venir. Y el Señor –dice Isaías—reunirá a todos en la paz eterna del Reino de Dios.
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán:
-- Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Ya cantábamos la semana pasada el salmo 121 y aunque los versículos que se van a proclamar hoy son otros, si es el mismo el verso responsarial. “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. Sin duda está en perfecta relación con la primera lectura que acabamos de escuchar. Este salmo 121 era utilizado por los peregrinos cuando se acercaban al Templo de Jerusalén. Es un himno de alegría y de satisfacción por haber terminado el camino sin contratiempos.
R.- QUÉ ALEGRIA CUANDO ME DIJERON: "VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR".
Segunda lectura De la Carta del Apóstol San Pablo a los romanos sale nuestra segunda lectura de hoy. Y es una invitación a la conversión activa, a salir del mundo viejo y caminar hacia lo nuevo. Pablo, además, anuncia algo muy importante: que nuestra salvación está cerca.
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.
Palabra de Dios
Evangelio Jesús nos pide que estemos vigilantes ante su llegada. Eso nos dice el Evangelio de Mateo que se va a proclamar inmediatamente. San Mateo es el autor evangélico que llena este ciclo A que comenzamos, igual que Lucas lo fue del C, que concluíamos el domingo pasado. Y como Mateo nos dice pues hay que estar en vela para no desaprovechar este tiempo de Adviento y nuestra más profunda conversión. Eso es lo que Jesús quiere. Sería una pena, pues, que no supiéramos ver la oportunidad que se nos presenta.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
Palabra del Señor
Credo
Confesemos
nuestra fe en este Dios fiel, que, con la fuerza del Espíritu Santo, nos llama
a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo: Creo...
Oración de los fieles
Ya que Dios nos
ha dado la esperanza de la venida de Jesús, pidamos que todos los hombres
alcancen la alegría de la salvación.
A cada intención, pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
Para que la Iglesia en América Latina siga
alimentando la esperanza de los oprimidos y marginados. Oremos.
Para que los gobernantes de nuestro
continente cuiden con esmero la “Casa del Señor” que es cada nación. Oremos.
Para que los
pobres, débiles y enfermos descubran, en nuestra solidaridad, al Señor que
viene. Oremos.
Para que cada
institución y grupo parroquial se ocupe en la tarea asignada por el Señor para
el bien de la Iglesia. Oremos.
Sí, Señor Jesús, ven a salvarnos.
Restáuranos. Muéstranos tu misericordia, para que acudamos a tu encuentro con
nuestras buenas obras. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Cristo, enviado del Padre para
nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda a Dios. Unidos a él, presentemos
nuestro propósito de preparar su venida con abundantes obras de caridad.
Prefacio (Adviento I)
Queremos acudir
al encuentro de Cristo, que viene. Por eso, con aclamaciones y el canto,
participamos en la gran Acción de Gracias que recita el celebrante, porque con Jesucristo se han cumplido las
promesas del Padre.
Padrenuestro
Tú,
Señor, eres nuestro Padre, le dijimos a Dios en la Primera lectura. Con esa
convicción, nos preparamos a comulgar, repitiendo con Jesús: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús, que vino hace 2000 años,
vendrá al final de la historia y ahora viene en la eucaristía. Dichosos los
llamados a la cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Al
acercarnos a comulgar digamos con fe: ¡Ven, Señor, Jesús! Él sigue viniendo en
la eucaristía y en cada hermano necesitado.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración postcomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha
terminado. Nuestra misión comienza.
Tú, Señor, eres
nuestro Padre y Redentor. Esta confiada invocación ha de acompañarnos todo el
Adviento para animar nuestros deseos de esperar, vigilantes, la venida de
Jesús.
El Señor esté con ustedes.
Bendición Solemne (Adviento, M. p. 629).
Canto Final
Queridos amigos:
Con intenso gozo por haber iniciado el camino hacia el Señor que viene, nos
retiramos cantando.
FELÍZ DOMINGO EN LA PAZ DEL SEÑOR
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