MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid, hermanos y hermanas, nuestra más cordial bienvenida. Este Domingo Segundo de Navidad es como una gran oportunidad para volver a celebrar litúrgicamente el Nacimiento del Niño Dios. Y hemos de aprovecharlo. Dispongámonos a rezar, cantar y expresar toda nuestra alegría ante el hecho prodigioso que Dios se haya hecho Niño para salvarnos. Iniciemos pues la eucaristía con júbilo, amor esperanza y toda nuestra alegría.
La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo. Abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos. Entonces el Creador del Universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: habita en Jacob, sea Israel tu heredad. Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me estableció; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra de Dios
Ha puesto paz en tus fronteras,te sacia con flor de harina;él envía su mensaje a la tierra,y su palabra corre veloz. R.-
Anuncia su palabra a Jacob,sus decretos y mandatos a Israel;con ninguna nación obró asíni les dio a conocer sus mandatos. R.-
Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Palabra de Dios
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: "Este es de quien dije: el que viene detrás de mi pasa delante de mí, porque existía antes que yo"
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
COMENTARIO
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
Porque uno de los peligros más serios que tienes es que la Navidad se quede reducida a puro consumismo, a un enorme sentimentalismo, o a un simple recuerdo histórico, todos ellos insuficientes.
Por eso, la Palabra de Dios que proclamamos hoy te recuerda cuál es el mensaje central de la Navidad: Dios se ha hecho hombre para que tú seas divinizado, la Palabra se ha hecho carne para darte la salvación, para hacerte pasar de esclavo a hijo de Dios.
El Evangelio te recuerda además, que "vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron", y, con ello, te invita a recibir al Señor que está aquí para que puedas disfrutar esa salvación que te trae, que te regala.
Recibir al Señor significa abrirle el corazón de par en par, dejar que Él lo llene y aceptar sin condiciones el camino que Él te propone para poder alcanzar esa salvación que te trae como un regalo. Recibir al Señor significa, en definitiva, dejarte amar por Él.
El drama de mucha gente hoy es que ha rechazado a Jesús: mucha gente no quiere saber nada de las exigencias del Evangelio, ni quiere saber nada de la vida cristiana en la Iglesia.
Por eso el Evangelio de hoy te propone que mires al fondo de tu corazón y te preguntes si de verdad has recibido a Jesús, si de verdad se nota en tu vida que crees que Dios se ha hecho hombre en Jesucristo.
Este es el camino para alcanzar la felicidad -cargado con la cruz- y la vida eterna. Y esta es la razón por la que en la sociedad hay tanta gente frustrada y sin esperanza, tanta gente infeliz: porque han rechazado al Dios de la vida, y el que tiene a Dios en su corazón puede encontrar la verdadera felicidad y la plena realización como persona.
¿Has recibido a Jesús? ¿Está Él en tu corazón? ¿En qué cosas se debe notar más en tu vida que crees que Jesús es el Señor?
¡Ánimo! ¡Ábrele el corazón al Señor! No tengas miedo a seguirle. Él será el Señor de tu vida y te dará la paz y la felicidad que el mundo no puede darte. Él te llevará a la vida eterna.
Compromiso semanal
1. Que la Iglesia sea sacramento de la presencia salvadora de Jesucristo en el mundo. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2. Que los pobres del mundo sean evangelizados y acogidos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3. Que los que viven en duro destierro y en valles de lágrimas sean liberados y consolados. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4. Que los que abundan en bienes sean solidarios con los más necesitados. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5. Que nadie pierda la fe y la esperanza, y este tiempo de Navidad sea un tiempo privilegiado para volver al Señor. ROGUEMOS AL SEÑOR.
6.- Que cada uno de nosotros seamos fermento de unión y amistad, especialmente dentro de la familia. ROGUEMOS AL SEÑOR.
MONICIÓN A LAS OFRENDAS:
PADRE NUESTRO:
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz intensa. Habitaban tierras de sombras y una luz les brilló. Decía una voz: Grita. Di a las ciudades de Judá: "Aquí está vuestro Dios", el Dios de la paz, el Dios de la alianza, el Dios de Jesucristo”.
Decía que el Dios vivo es el Dios de nuestros padres, el Dios de la vida, ante quién sólo era necesario descalzar el alma.
PAZ:
La paz que es perdón que nos libera de la ira, del rencor, de la envidia. La paz que es libertad y una vida siempre abierta. La paz que es el alimento de la convivencia, y que se comparte en la mesa con alegría y gozo.
La paz es necesaria y posible, pero se conquista con esfuerzo. No seremos portadores de paz si nuestro corazón no está pacificado. Te decimos todos: QUEREMOS LA PAZ, SEÑOR.
MEDITACIÓN:
Señor.
Enséñanos a mirar al cielo.
Enséñanos a gustar las cosas de arriba.
Enséñanos a guardar tus palabras.
Enséñanos anunciar tu mensaje.
Enséñanos a sentir tu presencia viva.
Enséñanos a reunirnos con los hermanos.
Enséñanos a extender tu reino.
Enséñanos a no vivir cruzados de brazos.
Enséñanos a rastrear tu presencia.
Enséñanos a escuchar a tu Espíritu.
Enséñanos a recorrer tus caminos.
Enséñanos a esperar tu venida gloriosa.
FINAL:
*Miremos a la Virgen María para que en ella aprendamos a acoger a la Palabra y vivamos la gracia y la verdad.
*Supliquemos al Espíritu Santo que derrame sus dones sobre nosotros, y como hijos adoptivos reproduzcamos la imagen de Jesucristo en nuestros ambientes.
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