Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí
Introducción a la celebración
Hermanos
y hermanas: Todos los que venimos a la iglesia nos consideramos “personas
religiosas”. Pero, si nos preguntamos unos a otros qué es ser una persona
religiosa, aparecerán respuestas muy distintas.
En este 22º domingo Durante el
Año, las lecturas describen las características de la “religiosidad pura y sin
mancha”, como la llama el apóstol Santiago.
Nos ponemos de pie. Recibimos
al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo
nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, dirá Jesús, citando al profeta Isaías.
Hermanos: La liturgia de hoy nos ayuda a evitar el riesgo
de conformarnos con prácticas religiosas meramente formales, sin vida.
El Dios de la misericordia,
que nos invita a adorarlo
desde el interior de nuestro
corazón,
esté con todos ustedes.
Acto penitencial
El Señor es bueno
e indulgente, rico en misericordia con aquellos que lo invocan. Pidamos humildemente perdón.
– Jesús, Hijo de Dios: Cuando
no cumplimos tus mandamientos...
Señor, ten piedad.
– Jesús, único maestro: Cuando
no ponemos en práctica tu palabra...
Cristo, ten piedad.
– Jesús, hermano nuestro:
Cuando nos conformamos con una religiosidad puramente exterior...
Señor, ten piedad.
Gloria
Reunidos
en el Espíritu Santo, alabemos al Padre y supliquemos al Hijo, nuestro
salvador: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Deut 4, 1-2. 6-8): Dios, por medio de Moisés, da su ley
para que seamos sabios, prudentes y felices.
Moisés habló al pueblo diciendo:
-- Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entrareis a tomar posesión de la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os va a dar. Estos mandatos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta Ley que hoy os doy?
Palabra de Dios
Salmo (Sal 14, 2-5): En respuesta
al mandato de Dios, el salmo nos indica las virtudes que nos harán vivir cerca
del Señor. Participamos de esta oración aclamando: Señor, ¿quién habitará en
tu casa?
Segunda lectura (Sant
1, 17-18. 21b-22. 27): El apóstol Santiago enseña que la verdadera religiosidad
consiste en recibir la Palabra de Dios y practicarla.
Mis queridos hermanos:
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la Palabra que ha sido planteada y es capaz de salvarnos. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
Palabra de Dios
Evangelio (Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23): La
verdadera religiosidad procede del corazón del hombre que escucha la voz de
Dios y cumple sus mandamientos.
En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos). (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen si lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús:
-- ¿Por qué comen tus discípulos con mano impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores?
Él les contestó:
-- Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
En otra ocasión llamó Jesús a la gente y les dijo:
-- Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
Palabra del Señor
Credo
El Credo
es la síntesis doctrinal de la verdadera religión que hemos abrazado.
Proclamemos con fe: Creo...
Oración de los fieles
Recemos,
hermanos, para que se extienda en todo el mundo la práctica de la auténtica
religiosidad.
A cada intención, pedimos: Enséñanos a
practicar tus mandamientos.
Por la Iglesia en América Latina: para que anuncie sin
desmayo la palabra de Dios. Oremos.
Por los que ejercen la autoridad civil: para que no caigan
en la hipocresía de prometer una cosa y hacer otra. Oremos.
Por los que se conforman con una religiosidad puramente
formal: para que descubran la alegría de honrar a Dios con el corazón.
Oremos.
Por nuestra comunidad parroquial: para que evite todo
fariseísmo y sea testimonio de verdadera religiosidad. Oremos.
Te presentamos,
Señor, la oración de tu pueblo, que te honra con los labios y desea honrarte
con sincero corazón. Te lo pedimos...
Presentación de las
ofrendas
Cristo, muerto y
resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Junto a
él, presentemos al Señor nuestro propósito de poner en práctica su Palabra,
honrándolo con todo el corazón.
Prefacio (Común
VIII)
El Padre
ha querido engendrarnos con su Palabra de verdad. Por eso, junto al celebrante,
demos gracias al Señor, nuestro Dios, porque nos invita a escuchar su
palabra y a mantenernos firmes en el seguimiento de su Hijo.
Padrenuestro
Preparándonos para la comunión, desde el corazón, pidamos al Padre que
venga su reino: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Yo soy el
pan vivo bajado del cielo, dice el Señor. Él es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la Cena
del Señor.
Comunión
Hermanos:
Con alegría, vayamos a recibir la fuerza de Jesús sacramentado, para abrazar
siempre los mandamientos de Dios.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa
ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: Vayamos al mundo a
dar testimonio de la “religiosidad pura y sin mancha”, la que honra a Dios no
sólo con los labios sino, sobre todo, con el corazón.
El Señor esté con ustedes.
Llena, Señor, con tu palabra y
tu bondad
el corazón de tus fieles
para que crezcan en el amor y
la
fidelidad a tus preceptos.
Y que la bendición de Dios...
Despedida
Queridos
amigos: Con el gozo de aspirar a la sabiduría y sensatez que sólo puede dar la
palabra de Dios, nos retiramos cantando.
FELIZ DOMINGO !
REFLEXIÓN DE LA PALABRA DEL DOMINGO
1. - Las formas, aun siendo importantes, no son esenciales. O, por lo menos, no nos hemos de quedar en las formas. En cuántas ocasiones, la apariencia de una fina arena, resultan ser arenas movedizas. O, en cuantos momentos, una botella que en su etiqueta dice ser buen licor, se convierte en un amargo veneno. ¿Las formas? Sí, por supuesto, siempre y cuando lejos de engañar, sean y tengan por dentro lo que dicen.
Algo así le ocurrió a Jesús Maestro. Se encontró a su paso, con personas que –perdidas y ancladas en puros formalismos- olvidaban lo importante: el amor, el perdón, la caridad. Pendientes del adorno y de las filacterias, de las normas y de las directrices, olvidaban el final de todo ello: Dios. A los fariseos les ocurría lo de aquellos turistas que, de tanto mirar a las señales de tráfico, arrinconaban el disfrute del paisaje y la visión de las poblaciones por las que cruzaban con sus coches.
Jesús quiere poner en el centro de todo a Dios. Todo aquello que distorsiona esa voluntad, que impide llegar hasta el amor de Dios, no tiene vigencia o deja de tener sentido. La ley de Dios, la suprema, es el amor. ¿Qué ocurría entonces? Ni más ni menos que, el conjunto de normas que indicaban cómo llegar hasta el amor de Dios se habían convertido en objeto de adoración, en el centro de toda reverencia. Hasta tal punto que, ellas y sólo ellas, eran causa de salvación o de condenación.
2 - ¿Cuál es el gozo de Dios? Que le amemos desde la libertad y no por obligación. A un padre no se le aprecia porque un papel me dice que soy su hijo, sino porque previamente he sentido su cuidado, su palabra, su protección o su corrección fraterna. Con el amor de Dios pasa tres cuartos de lo mismo: es un amor gratuito, un don que se nos da. ¿Qué ofrecer nosotros a cambio? ¿Un te quiero porque me das? ¡Por supuesto que no! ¡Un te quiero, Dios, porque eres mi Padre y sé que me amas!
Eso, en definitiva, es lo que nos adelantó Jesús con su Palabra y su misma vida. Amar a Dios es cumplir sus mandamientos. Pero, cumplimos sus mandamientos porque sabemos que no solamente agradamos a Dios al hacerlo, sino porque al cumplirlos con libertad y sin excesivas fijaciones o distorsiones, damos con la fuente de la felicidad, de la paz y del amor que Dios nos tiene.
3.- Cumplir por cumplir, no es bueno. Tampoco irnos al polo opuesto. Pidamos al Señor, a Jesús, que nos ayude a poner en el centro de todo lo que somos y pensamos a un Dios que camina junto a nosotros. Un Dios que, en sus justas leyes, nos anima a no olvidarle y a marcarnos un sendero por el cual podamos llegar hasta El. ¿Lo intentamos?
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