Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: Es un serio inconveniente estar ciego, no poder ver las cosas de este mundo. Pero es un problema aún mayor no poder ver las cosas de Dios, sufrir de ceguera espiritual, no tener fe.
Este 30º domingo durante el año muestra a Dios queriéndonos dar ojos nuevos, los ojos de la fe, para contemplar la vida de una manera nueva.
Oremos juntos, cantemos juntos y juntos alimentémonos de la Palabra de Dios y del Pan de Vida. Nos ponemos de pie, e iniciamos nuestra celebración cantando.
Saludo inicial
Vamos a escuchar el grito del ciego llamado Bartimeo: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí, y también la gozosa noticia que le llevan los discípulos: Jesús te llama.
Bartimeo nos representa a todos. Todos necesitamos ver con los ojos de la fe, para descubrir a Dios y las maravillas que obró a favor de nosotros por medio de Jesús.
El Dios de la liberación total,
que por Jesús, Sumo Sacerdote,
obra maravillas en nosotros,
esté con todos ustedes.
Acto penitencial
Gritemos como el ciego Bartimeo: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí, en la seguridad de que el Señor nos comprende y nos perdona.
– Tú eres el Señor que ha salvado a su Pueblo.
Señor, ten piedad.
– Tú eres nuestro Sumo Sacerdote.
Cristo, ten piedad.
– Tú eres quien nos llama y nos libera.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que quiere la salvación para todos: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Jer 31, 7-9): Dios anuncia con firmeza que salvará a su Pueblo.
PRIMERA LECTURA
Jer 31, 7-9
Lectura del libro de Jeremías.
Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: "¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!". Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero Yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque Yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Palabra de Dios.
Salmo (Sal 125, 1-6): Ante el maravilloso anuncio de Dios, el salmo expresa asombro y confianza. Participamos de esta oración aclamando: ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Sal 125, 1-6
R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!". ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.
Segunda lectura (Heb 5, 1-6): Jesús, que compartió nuestra situación humana, es nuestro salvador y mediador.
Heb 5, 1-6
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Todo Sumo Sacerdote del culto antiguo es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de Aquél que le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy". Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec".
Palabra de Dios.
Evangelio (Mc 10, 46-52): En el “signo” de devolverle la vista al ciego Bartimeo, Jesús nos enseña la necesidad de buscar la salvación y el valor de la fe.
Mc 10, 46-52
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!". Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Ánimo, levántate! Él te llama". Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.
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HOMILIA
La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos habla de la lucha entre la luz y las tinieblas y del poder sanador de la fe. Nos presenta la realidad del ciego de Jericó que vive en la oscuridad hasta que se encuentra con Jesús: Jesucristo es la luz y le da la luz que le permite ver.
En el ciego Bartimeo estás representado tú: todos vivimos en la más profunda oscuridad hasta que nos encontramos con Jesucristo y dejamos que Él llene nuestro corazón. Cuando Jesucristo llena nuestro corazón las tinieblas se desvanecen y vemos con claridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas.
En el mundo de hoy hay mucha gente que vive en la oscuridad, en la ceguera, porque se ha apartado de Dios y quiere vivir como si Dios no existiera. Por eso mucha gente hoy vive confundida, desorientada, perdida, sin encontrar el sentido de la vida, sin saber cómo hay que vivir, dejándose llevar por el vaivén de la moda. Esta desorientación es una de las causas de la insatisfacción e infelicidad de muchas personas de hoy.
Por ello, en medio de este mundo oscuro y desorientado la Palabra de Dios te presenta a Jesucristo como la luz del mundo, como el único salvador, como la única luz que puede iluminar tu vida, que puede hacerte encontrar el sentido de la vida, la única luz que puede hacerte encontrar el camino de la felicidad: Cristo, que es el camino, la verdad y la vida.
Bartimeo, tras recobrar la vista -narra el evangelio- "lo sigue por el camino", es decir, se convierte en su discípulo y sube con el Maestro a Jerusalén para participar con él en el gran misterio de la salvación. La fe es un camino de iluminación: parte de la humildad de reconocerse necesitados de salvación y llega al encuentro personal con Cristo, que llama a seguirlo por la senda del amor (cf. Benedicto XVI, Angelus 29-X-2006).
La Palabra de Dios que proclamamos hoy te invita a salir de las tinieblas y a buscar la luz que es Cristo. Te invita a que revises tu propia vida a la luz de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia y que mires si se ajusta a la luz que es Cristo, o si todavía quedan zonas oscuras llenas de tinieblas que es preciso iluminar.
Es importante que descubras que la luz de Cristo debe iluminar toda tu vida: todos los aspectos y todos los ámbitos de nuestra vida deben ser iluminados por la luz de Cristo. Ningún rincón de tu vida puede escapar a esta luz. Si eres cristiano lo has de manifestar en todo lo que pienses, digas y hagas. Ser cristiano estener los mismos sentimientos y actitudes que tuvo Cristo Jesús (Fil 2, 4).
Por ello, en la familia, en los estudios, en el trabajo, en la diversión, en el noviazgo, en la política, en los negocios, en las relaciones de vecinos, en el grupo de jóvenes... en todo debe brillar la luz de Cristo. ¿Cómo está tu vida? ¿Brilla la luz de Cristo en tu corazón? ¿Queda alguna "zona oscura" en tu interior? ¡Déjate iluminar por Cristo y encontrarás el camino que te da la felicidad y te lleva a la vida eterna!
Proclamemos nuestra fe en la Palabra de Dios que hemos escuchado: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos: Sintámonos llamados por Jesús para exponerle nuestras necesidades y las del mundo entero.
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a crecer en la fe.
Por todos los pastores, los teólogos, los catequistas que han recibido, en la Iglesia, la misión de iluminar a los demás con la Palabra de Dios. Oremos.
Por los responsables de la economía mundial y nacional que, tantas veces, parecen ciegos a los reclamos de los pueblos. Oremos.
Por los que buscan a tientas una luz que dé sentido pleno a sus vidas. Oremos.Por nuestra comunidad parroquial, llamada a “dar el salto” y seguir de cerca a Jesús.Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Auméntanos, Señor, la fe; para que nuestra vida ilumine a otros hermanos y descubran, así, la alegría de conocerte y seguirte. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Después de alimentarnos con la Palabra de Dios, preparamos la mesa de la eucaristía. Junto con el pan y el vino, presentemos al Señor los sufrimientos y las buenas obras de todos los hombres de buena voluntad.
Prefacio (P.E. V/c)
Dios nos busca y nos ofrece su proyecto de salvación. Por eso, elevemos el corazón en alabanza al Señor, porque, por medio de Jesús, nos acompaña siempre en el camino de la vida.
Padrenuestro
Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, preparémonos para comulgar pidiéndole a Dios que “nos libre de todo mal”: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Cristo nos amó y se entregó por nosotros. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Con fervor, acerquémonos a la eucaristía buscando la luz que nos permita ver la vida con los ojos de la fe.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración Poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Jesús se pone a nuestra disposición preguntándonos: ¿Qué quieres que haga por ti?
Gritemos como Bartimeo: Maestro, que pueda ver. El resultado de esta nueva visión de fe será el consuelo, la alegría y la paz.
Que el Señor esté con ustedes.
la fe, la esperanza y la caridad,
para que siempre sean fuertes
y busquen la luz de tu verdad.
Y que la bendición de Dios...
Canto final
Queridos amigos: Con alegría, porque también nosotros podemos iluminar la vida de los hermanos, nos retiramos cantando.
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