Jesús, Rey del Amor
La Iglesia celebra hoy la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, fiesta creada por Pío XI en 1925 y situada como frontera de tiempos y espacios –del Tiempo Ordinario al Adviento que marca un nuevo año litúrgico—que marca final y principio. Pero la realeza de Cristo sorprende. No es de poder, sino de mansedumbre. No es de mando, sino de servicio. No es de lujo, ni de ostentación, sino de pobreza y humildad. De ahí pues la singularidad de esta celebración que debemos asumir con entrega y emoción. Y ya queda dicho: iniciamos el domingo próximo, el día 30, el Adviento y el Ciclo B. Iniciaremos, pues, un tiempo de esperanza y alegría.
Liturgia de las Horas: Propio del Salterio
Color: Rojo
Santoral
ENTRADA
Celebramos la Fiesta de Cristo Rey y cerramos el calendario litúrgico.
Jesucristo es el Señor, el Rey, el juez y el Salvador.
Celebremos su señorío, su bondad y su presencia en medio de su pueblo.
Celebremos el banquete del Reino que es unidad y solidaridad, amor y servicio, entrega y generosidad.
Entonemos el canto de entrada.
PRIMERA LECTURA
El profeta habla de Dios como un pastor bueno y comprometido con el bienestar de sus ovejas y especialmente de las enfermas y descarriadas. Dios, el padre de los débiles, nos quiere alimentar y tratar con justicia y amor.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Así dice el Señor Dios:
--Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear --oráculo del Señor Dios--. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 22
R. - EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA.
SEGUNDA LECTURA
Cristo resucitó y ha sido constituido Señor y rey del universo.
El tiene que reinar. Su reino culminará con el sometimiento de todo y de todos al Padre.
Esta asamblea cristiana del Pilar tiene que acoger con fe ya amor al testigo fiel, a su rey y Señor.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Al final, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Este evangelio responde a muchas de nuestras preguntas.
¿Cómo será la última escena de la vida? ¿Cómo será el juicio de las naciones?
¿Qué nos preguntará Dios en el examen final?
Hoy, en este tiempo de espera, somos invitados a vivir una vida de servicio y de amor.
Escuchemos la proclamación del evangelio.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Palabra del Señor
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos a nuestro Rey para que nosotros, sus hijos, vivamos no sólo bajo su autoridad sino bajo su bandera de amor y de servicio.
Oremos por todos los que tienen autoridad y poder para que lo ejerzan defendiendo a los más pequeños y vulnerables de nuestra sociedad.
Oremos por nuestro olvidado planeta tierra, casa de los hombres, para que lo respetemos, cuidemos y lo hagamos más habitable.
Oremos por todos los que han abandonado la práctica y vivencia de la fe y se han alistado bajo la bandera de otros reyes y jefes para que descubran la bondad de Jesucristo.
Oremos por los difuntos de la parroquia y (nombres…) para que el Señor los siente en la mesa del Reino.
REFLEXION:
Érase una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos.
Proclamó un bando invitándoles a reunirse en el patio de armas; allí, en el día asignado, cada uno podría coger lo que quisiera.
Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas, relojes, alfombras, muebles, coches…
En medio del patio, un gran trono desde el cual el rey examinaba a sus súbditos. En sus ojos brillaba la avaricia mientras admiraban aquel enorme mercadillo gratis del jueves real.
Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó: ¿Es verdad, majestad, que puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo?
"Sí, puede elegir lo que usted quiera", le contestó el rey.
"Entonces, yo elijo al rey", dijo la anciana.
"Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo".
La ancianita, sabia y nada avariciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de de las cosas, el señor del reino. Y entró a formar parte de la familia del Rey.
El año litúrgico, el año de la iglesia, termina con esta fiesta magnífica: Cristo Rey. Cristo ayer, hoy, siempre.
Elegir al rey, elegir a Cristo es peligroso, exige asumir su vida y su destino.
Exige: servir, lavar los pies, mancharse las manos, comer con los pecadores, obedecer al Padre, dar la vida.
Cuando leemos un libro o seguimos una telenovela nos pica la curiosidad y queremos conocer el final. ¿Terminará bien? Y, a veces, hacemos trampas y leemos la última página para conocer el final.
Hoy hemos proclamado el último discurso de Jesús, según San Mateo, el discurso escatológico, en el capítulo 25.
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles se sentará en su trono, como Rey glorioso. Delante de él se reunirán todas las naciones".
San Mateo nos presenta el juicio final como si se tratara de una gran película de Hollywood.
Jesús, rodeado de ángeles, sentado en su trono, revestido de gloria, y ante él todas las naciones vestidas con sus trajes típicos. Y dejará a todos desnudos y hará una gran hoguera con todas las ropas porque ha llegado la hora de la verdad. Y la verdad no es la apariencia externa, sino la verdad de la vida y del corazón.
Y todos desnudos y todos iguales, todos seremos examinados sobre la única materia, sobre la única exigencia, sobre el único mandamiento de Dios: el amor a Dios y al prójimo.
Alguno pensará, fantástico, ese test lo paso yo.
O sea, padre, que no me preguntará: Cuántos adulterios he cometido, cuántas cosas he robado en las tiendas, cuántas veces he faltado a misa, cuántas veces he faltado al trabajo, cuántas veces me he emborrachado, masturbado, alejado de la familia, despreocupado de los hijos...
Fantástico, porque esas son las preguntas que me dan miedo. Ahí sí que me da de lleno. Ese test no lo pasa nadie.
No te preguntará eso porque el cristiano está llamado a vivir santamente y todo eso lo ha superado con la gracia de Dios.
Evitar todo eso es el abc de la vida cristiana. El que no lo ha conseguido está aún dando los primeros pasos de la fe.
Seremos examinados sobre lo positivo de la vida y lo positivo es el amor.
Cuando Dios se hizo hombre para darse a conocer no lo hizo espiritualmente sino físicamente.
El evangelio de hoy nos recuerda que Dios sigue físicamente presente entre nosotros.
"En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicieron". "Y cuando no lo hicieron...
FELIZ DOMINGO EN LA PAZ DEL SEÑOR !!
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