Hermanos y hermanas: Durante el Tiempo de Navidad, que concluye con la fiesta de Epifanía, hemos contemplado la entrada de Jesús en nuestro mundo.
La fiesta del bautismo de Jesús, que celebramos el domingo pasado, inaugura la vida pública de Jesús. Con ello la liturgia da comienzo a la primera parte del Tiempo llamado Durante el Año. En estos domingos que preceden a
Hoy, 2º domingo durante el Año, san Juan Bautista da testimonio de Jesús, y toda la liturgia habla de su misión y la nuestra.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que presidirá nuestra Eucaristía, y cantamos.
Saludo inicial
“Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza”, proclama el profeta Isaías.
Hermanos: El encuentro de cada uno de nosotros con Jesús dará a nuestra vida un sentido nuevo como le ocurrió al propio Bautista.
Lleguen a ustedes la gracia y la paz
que proceden de Dios, nuestro Padre,
y del Señor Jesucristo
y permanezcan siempre con ustedes.
Acto penitencial
Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por lo tanto, también los nuestros. Pidamos humildemente perdón.
– Cordero de Dios, que llevas la salvación hasta los confines de la tierra.
Señor, ten piedad.
– Cordero de Dios, que nos llamas a ser santos.
Cristo, ten piedad.
– Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Señor, ten piedad.
Gloria
Reunidos en el Espíritu Santo, alabamos al Padre y suplicamos al Hijo, Cordero y Mediador: Gloria...
Liturgia de
Primera lectura (Is 49,3-6): El profeta Isaías anuncia, en la figura del Servidor, la misión de Jesús y de todo el pueblo de Dios.
En aquellos días, Samuel estaba durmiendo en el santuario del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel:
«Samuel, Samuel».
El respondió:
«Aquí estoy».
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió Elí:
«No te he llamado, vuelve a acostarte».
Y Samuel fue a acostarse. Pero el Señor lo llamó otra vez:
«Samuel».
Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado.
Respondió Elí:
«No te he llamado, hijo mío, acuéstate de nuevo».
Samuel no conocía todavía al Señor, pues no se le había revelado la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Comprendió entonces Elí que era el Señor quien llamaba al joven, y le aconsejó:
«Ve a acostarte, y si te llaman, respondes: Habla, Señor, que tu siervo escucha».
Samuel fue y se acostó en su sitio. Vino el Señor, se acercó y lo llamó como las otras veces:
«Samuel, Samuel».
Samuel respondió:
«Habla, Señor, que tu siervo escucha».
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios
Salmo (Sal 39, 2. 4ab. 7-10): El Salmo muestra la disposición del hombre fiel para responder al llamado del Señor. Participamos de esta oración aclamando: R.- Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Puse toda mi esperanza en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito; puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
R.- Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas; entonces yo digo: «Aquí estoy», para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí.
R.- Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior. He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
R.- Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Segunda lectura (1Cor 1, 1-3): San Pablo se refiere a la vocación a la santidad de todos aquellos que invocan al Señor.
Hermanos: El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Dios, por su parte, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros con su poder.
¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.
Eviten la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo; pero el lujurioso peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque han sido comprados ¡y a qué precio!; den, pues, gloria a Dios con su cuerpo.
Palabra de Dios.
Evangelio (Jn 1, 29 -34): Juan, el Bautista, atestigua la divinidad de Jesús y consagra la imagen del Cordero de Dios.
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos y, fijando los ojos en Jesús que pasaba, dijo:
«Este es el cordero de Dios».
Los dos discípulos lo oyeron decir esto y siguieron a Jesús. El se volvió hacia ellos y, viendo que lo seguían, les preguntó:
«¿Qué buscan?»
Ellos contestaron:
«¿Maestro, donde vives?».
El les dijo:
«Vengan lo verán».
Se fueron con él, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que siguieron a Jesús por el testimonio de Juan era Andrés, el hermano de Simón Pedro. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo:
«Hemos encontrado al Mesías» (que quiere decir Cristo).
Y lo llevó a Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo:
«Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas» (es decir Pedro).
Palabra del Señor.
Credo
Hemos escuchado
Oración de los fieles
Como bautizados compartimos la misión de Jesús. Un aspecto importante de ella es rezar para que la salvación llegue a los confines de la tierra.
A cada intención, decimos: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
· Para que
Oremos.
· Para que los que trabajan por una sociedad más justa se sientan servidores de Dios. Oremos.
· Para que los que sufren por sus pecados encuentren el rostro misericordioso del Cordero de Dios. Oremos.
· Para que todos nosotros asumamos nuestra vocación de servidores llamados a la santidad. Oremos.
Señor Jesús: tú nos diste poder para llegar a ser hijos de Dios; por eso, ayúdanos a hacer tu voluntad y compartir tu misión. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
El Señor ha puesto a nuestra disposición todos los bienes de la tierra. Por eso, junto al pan y el vino llevemos al altar los gozos y las fatigas que trae servir al prójimo.
Prefacio (P.E. Vc)
Jesús quiere asociarnos a su misión salvadora. Por eso, levantemos nuestro corazón en acción de gracias al Padre y cantemos, gozosos, el Santo, porque Jesucristo nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano.
Padrenuestro
Hermanos: Al prepararnos para comulgar, recordemos que todos somos hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros. Digamos con fe: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Nosotros conocemos el amor que Dios nos tiene porque Jesús está aquí. Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a
Comunión
Hermanos: Al comulgar nos unimos al Cordero de Dios, inmolado por nosotros y alimento de nuestra vida. Con alegría marchemos a recibir el Pan de Vida.
Rito de conclusión
Hermanos: Toda la celebración nos ha hablado de la misión de Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Nuestra gloriosa misión es asociarnos a él y ser luz para cuantos nos rodean.
El Señor esté con ustedes.
Santifica, Señor, a estos hijos tuyos
que invocan el nombre de Jesús y
concédeles tu gracia y tu paz.
Y que la bendición de Dios...
Canto Final
Queridos amigos: Alegres y decididos a ser servidores del Señor, nos retiramos cantando
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