Santoral
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: El dolor y el sufrimiento son una realidad inevitable en la vida de todos nosotros. ¿Quién puede escapar del sufrimiento?
En este 5o domingo Durante el Año, la liturgia nos ayuda a abrir el horizonte y a descubrir cómo Jesús es la respuesta de Dios a los males físicos y espirituales.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía, y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Job es un símbolo clásico del hombre sufriente, pero Jesús es la respuesta cristiana: sólo él sana y salva.
La gracia y la paz de Jesús, por quien el Padre nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales, permanezcan siempre con ustedes.
Acto penitencial
El pecado es nuestro mayor mal, nuestra más grave enfermedad. Dios nos ofrece remedio, invitándonos al arrepentimiento.
– Tú que viniste a remediar nuestras miserias.
Señor, ten piedad.
– Tú que tomaste sobre ti nuestras debilidades.
Cristo, ten piedad.
– Tú que conociste el dolor y la muerte.
Señor, ten piedad.
Demos gloria a Dios por su misericordia, por sus maravillas a favor de sus criaturas. Gloria...
Primera lectura (Job 7, 14. 67): Con términos de angustia, Job describe la condición sufriente del hombre.
Habló Job diciendo:
--El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerdo que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más dicha.
Palabra de Dios
Salmo (Sal 146, 16): Frente a esta realidad, el salmo canta alabanzas a Dios, que venda nuestras heridas. Participamos de esta oración aclamando: R.- Alaben al Señor, que sana a los afligidos.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R.-
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R.-
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvado. R.-
Segunda lectura (1Cor 9, 16-19. 22- 23): San Pablo experimenta su misión de predicar como una urgente necesidad, tarea que ejerce como un servicio a los demás.
Hermanos:
El hecho de predicar no es para mi motivo de soberbia. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero si lo hago a pesar mío es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación de esta Buena Noticia. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todo, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios
Evangelio (Mc 1, 29-39): Enfermos y endemoniados, anunciando la salvación y la llegada del Reino.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marcho al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
--Todo el mundo te busca.
Él les respondió:
-- Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.
Palabra del Señor
Creemos que Jesús es el enviado del Padre, que sólo él sana y salva. Proclamemos con fe: Creo...
Oración de los fieles
Como pueblo sacerdotal, recemos, hermanos, por todos los que sufren en el alma o en el cuerpo.
A cada intención, pedimos: Aumenta, Señor, nuestra compasión por los que sufren.
Para que la pastoral de la salud y el ministerio del alivio sean ejercidos con fervor en todas las comunidades. Oremos.
Para que, en nuestra patria, la asistencia social y hospitalaria lleguen a los más necesitados. Oremos.
Para que los que sufren en el cuerpo, en la mente y en el espíritu recurran a Jesús sanador y salvador de nuestros males. Oremos.
Para que mas allá de las contrariedades, en todos se fortalezca nuestra mirada positiva hacia la vida y vivamos siempre con espíritu de fe. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Aumenta, Señor, nuestra compasión por los que sufren, para que ese testimonio los acerque a ti, que eres el consuelo y la paz. Te lo pedimos...
La bondad de Dios puso a nuestra disposición todos los bienes de la tierra. Agradecidos, presentemos al Señor nuestro propósito de practicar las obras de misericordia para que el mundo glorifique al Padre.
Prefacio (P.E. V/c)
Jesús sana y salva a quienes acuden a él. Por eso, junto con el celebrante, elevemos nuestro canto de alabanza al Padre, porque Jesús nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano.
Padrenuestro
Dios es nuestro Padre y venda con amor nuestras heridas. Preparándonos a comulgar, digamos confiadamente: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Jesús, que sana y salva. Dichosos los invitados a
Comunión
Hermanos: El Pan de la eucaristía es consuelo para los afligidos y fortaleza para nuestra fragilidad. Con alegría, participemos del banquete eucarístico.
Avisos parroquiales
(Después de
Rito de conclusión
Hermanos: Jesús nos envía a anunciar el amor misericordioso del Padre aliviando la carga de todos los que sufren.
El Señor esté con ustedes.
Cuida, Señor, a tu familia con incansable bondad y concédele la salud del alma y del cuerpo para que sirva, con fervor, a todos los que sufren.
Y que la bendición de Dios...Canto final
Queridos amigos: Vayamos a la vida diaria para testimoniar nuestra fe aliviando los sufrimientos de cuantos nos rodean. Nos retiramos cantando