Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
Fiesta de María Reina
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: ¿A quién no le asaltó, alguna vez, la misma pregunta que hoy le hacen a Jesús?
¿Se salvarán unos pocos? ¿Se salvarán muchos? ¿Se salvarán todos?
En este vigésimo primer domingo Durante el año, veremos que, en el "banquete del Reino" -como llama Jesús a la vida eterna-, hay lugar para todos. Todos están invitados. La entrada es "libre"; pero no es "gratuita", hay que pagar el precio del esfuerzo cotidiano por seguir a Jesús, ya que él es el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie va al Padre sino por medio de él.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
¡Otro domingo de gran consuelo! Dios quiere llevar al banquete celestial a todos los pueblos y naciones. Presten atención a la Primera lectura, al Salmo y al Evangelio.
"Vendrán muchos a ocupar un lugar en el banquete del Reino", dirá Jesús.
Hermanos: Este lugar hay que ganarlo siguiendo a Jesús. Porque queremos hacerlo es que estamos aquí reunidos.
La gracia y la paz de Jesús, Camino, Verdad y Vida que nos conduce al Padre, estén con todos ustedes.
Acto penitencial
El amor del Señor por nosotros es inquebrantable, y su fidelidad permanece para siempre. Pidamos humildemente perdón.
- Tú quieres que todos se salven.
Señor, ten piedad.
- Tú nos abres la puerta de tu misericordia.
Cristo, ten piedad.
- Tú nos invitas al banquete del Reino.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorifiquemos a Dios, porque llama a todos sus hijos dispersos y les ofrece su reino: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 66,18-21): El amor de Dios quiere reunir a todos los pueblos y naciones.
Salmo (Sal 116, 1-2): Agradeciendo esta voluntad universal de Dios, el salmo alaba al Señor que quiere salvar a todos. Participamos de esta oración aclamando: Vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Segunda lectura (Heb 12, 5-7. 11-13): ¿Hay algún hijo que no sea corregido por su padre? Así obra el Padre Dios con nosotros.
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos."
Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?"
Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos";
y él os replicará: "No sé quiénes sois."
Entonces comenzaréis a decir.
"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas."
Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."
Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos
Vivimos en una sociedad hedonista: por todas partes se te invita a buscar el placer y la comodidad por encima de todo, mientras se te invita a huir de todo lo que significa sacrificio, compromiso, entrega. Y ¡así va la sociedad!
La Palabra de Dios que hoy proclamamos viene a iluminar esa mentalidad comodona que tenemos. Jesucristo habla con claridad. A la pregunta de si serán pocos los que se salven, contesta que la salvación está abierta a todos, pero que aquellos que luchen, que se esfuercen de verdad, la alcanzarán. ¡Hay que entrar por la puerta estrecha!
¿Qué significa esta puerta estrecha? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos?
Nos acecha continuamente la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o seguridades. En realidad, el mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es "estrecha". No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es "estrecho" porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo.
Una vez más, el evangelio nos invita a considerar el futuro que nos espera y al que nos debemos preparar durante nuestra peregrinación en la tierra. La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal. Él es el único Redentor, e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una sola condición, igual para todos: la de esforzarse por seguirlo e imitarlo, tomando sobre sí, como hizo él, la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Así pues, esta condición para entrar en la vida celestial es única y universal.
En el último día —recuerda también Jesús en el evangelio— no seremos juzgados según presuntos privilegios, sino según nuestras obras. Los "obradores de iniquidad" serán excluidos y, en cambio, serán acogidos todos los que hayan obrado el bien y buscado la justicia, a costa de sacrificios. Por tanto, no bastará declararse "amigos" de Cristo, jactándose de falsos méritos: "Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas" (Lc 13, 26). La verdadera amistad con Jesús se manifiesta en el modo de vivir: se expresa con la bondad del corazón, con la humildad, con la mansedumbre y la misericordia, con el amor por la justicia y la verdad, con el compromiso sincero y honrado en favor de la paz y la reconciliación. Podríamos decir que este es el "carné de identidad" que nos distingue como sus "amigos" auténticos; es el "pasaporte" que nos permitirá entrar en la vida eterna. Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la "puerta del cielo" (cf. Benedicto XVI, Ángelus 26-VIII-2007).
Compromiso semanal
Haz un rato de oración y dialoga con el Señor.
Reafirmemos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la unidad de la santa Iglesia: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos: recemos para que se cumpla el designio universal del amor de Dios, que quiere a todos sus hijos en el banquete del reino.
A cada intención, pedimos: Ayúdanos, Señor, a no desfallecer.
Para que la Iglesia pueda realizar con libertad su misión de evangelizar a todos los pueblos. Oremos.
Para que todas las naciones de la tierra crean firmemente en el único Dios y se traten fraternalmente. Oremos.
Para que todos los que viven al margen de la Iglesia no sufran escándalo a causa de nuestros pecados e incoherencias. Oremos.
Para que nosotros -invitados permanentes a la mesa del Señor- nos esforcemos por entrar por la puerta estrecha del seguimiento de Cristo. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Ábrenos, Señor, la puerta de tu misericordia; ayúdanos a no desfallecer y salva, en tu bondad, a todos los pueblos. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Cristo, muerto y resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a él, presentamos al Señor los sufrimientos y las buenas obras de todos los hombres de buena voluntad.
Prefacio (Durante el Año VI)
Dios quiere que todos los hombres alcancen la salvación. Con gratitud, unamos nuestras voces al celebrante que, en nombre de
todos, eleva la gran Acción de Gracias al Padre, "porque en Jesucristo poseemos el anticipo de la eternidad".
Padrenuestro
Preparémonos a recibir el Pan de Vida invocando al Padre Dios, que nos trata como hijos: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Jesús, enviado del Padre para salvar a todos los hombres. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: La eucaristía es un anticipo de aquel banquete eterno al que nos convida el Padre. Con alegría, vayamos a comulgar cantando.
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: Hemos recibido una estupenda invitación: participar del banquete eterno. Pero es una invitación exigente: se llega a través de la "puerta estrecha", es decir, la lucha cotidiana por ser fieles a Jesús.
Que el Señor esté con ustedes.
Concede, Señor, a tus hijos
amar tus mandamientos
y anhelar tus promesas,
para participar un día
en el banquete eterno del Reino.
Y que la bendición de Dios...
Despedida
Queridos amigos: Alegres porque el banquete celestial comienza en esta tierra junto a Jesús, nos retiramos cantando.
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