Hermanos: Tenemos motivo para estar alegres. Vamos a hacer memoria de lo que hizo Jesús en la última Cena. Nos donó su Cuerpo y su Sangre en la eucaristía; nos donó el sacerdocio ministerial y el gran mandamiento del amor.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre (y sus ministros), que presidirán nuestra eucaristía, y cantamos.
Saludo inicial
El amor de Jesús y su espíritu de servicio, que lo llevó a morir en la cruz, estén con todos ustedes.
Acto penitencial
- Tú nos amaste hasta el extremo.
Señor, ten piedad.
- Tú nos diste ejemplo de servicio.
Cristo, ten piedad.
- Tú te entregaste por nosotros.
Señor, ten piedad.
Agradecidos por el inmenso amor que hemos recibido, glorifiquemos a Dios, que nos ama.
Primera lectura (Éx 12,1-8. 11-14): La pascua judía, que Jesús celebraba “la noche que iba a ser entregado”, era como nuestra pascua, el recuerdo de su liberación.
Salmo (Sal 115, 12-13. 15-18): Frente a la maravillosa obra creada por Dios, el salmo expresa gratitud al Señor. ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?
Segunda lectura (1Cor 11, 23-26): San Pablo testifica lo que hizo Jesús en la última Cena.
Evangelio (Jn 13, 1-15): En el gesto conmovedor del lavatorio de los pies, Jesús nos entrega su herencia de amor y de servicio.
Lavatorio de los pies
Monición. El lavatorio de los pies que Jesús realizó tiene un simbolismo profundo: el servicio humilde, el gozoso deber de amarnos y ayudarnos mutuamente.
Ahora el padre repetirá el gesto de Jesús con algunos miembros de la comunidad que nos representan, para recordarnos que “todos debemos lavarnos los pies unos a otros”.
Oración de los fieles
Hermanos: una forma de “amarnos los unos a los otros” es rezar por las necesidades de todos. Hagámoslo con amor.
A cada intención, respondemos: Señor, aumenta nuestra caridad.
Por los obispos y sacerdotes llamados a presidir la Eucaristía: para que Jesús maestro y Señor sostenga su fe y aumente su caritativo servicio. Oremos.
Por todos los que ejercen la autoridad: para que lo hagan con humildad y espíritu de servicio. Oremos.
Por los más necesitados de nuestra comunidad, los enfermos, los que estén solos, los que luchan por subsistir: para que encuentren en nosotros el consuelo y la ayuda efectiva que necesitan. Oremos.
Por los padres de familia que no tienen trabajo y por sus necesidades: para que el Señor les devuelva la esperanza y la fuerza y tengan una vida justa con igualdad de oportunidades para todos. Oremos.
Por todos nosotros: para que la liturgia eucarística siempre vaya acompañada por el propósito de servir a los hermanos y a la comunidad. Oremos.
Aumenta, Señor, nuestro mutuo amor y concédenos participar de los sentimientos de Cristo sirviéndote en cada hermano necesitado. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
La bondad de Dios puso a nuestra disposición todos los bienes de la tierra. Por eso, con los dones del pan y el vino, ofrezcamos al Señor la generosidad de nuestra colecta y los esfuerzos de conversión de esta Cuaresma.
Prefacio (Propio)
Jesús es el Maestro y Señor que nos amó hasta el extremo. Junto al celebrante, alabemos y demos gracias al Señor, nuestro Dios, porque Jesús se entregó como víctima de salvación y nos mandó ofrecerlo en su memoria.
Padrenuestro
Nuestro pan de cada día es el que necesitamos para el cuerpo, pero también el pan eucarístico para la vida eterna. Pidamos con fe: Padre nuestro...
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Jesús, Maestro y Señor, pan para la vida eterna. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Jesús dijo: También ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Vayamos a comulgar recordando que la eucaristía es el vínculo del amor.
Hemos celebrado la Cena del Señor. Mañana celebraremos la Pasión de Cristo, pero sin eucaristía. Para poder comulgar, guardamos las hostias consagradas hoy.
Acompañamos el traslado del Santísimo con nuestra alabanza al Señor y a su misterio eucarístico.
(Una vez concluida la monición del guía, se inicia la procesión. Se canta o se recita un himno apropiado).
Se puede terminar invitando a los fieles a permanecer “en silencio”, adorando al Santísimo durante un rato, o bien con un canto de alabanza a Jesús Eucaristía.
Hermanos: Nos hemos reunido, en este Viernes Santo, en el silencio y la oración. Hoy Jesús, el Señor, muere en la cruz. El amor de Dios no puede llegar a más; el pecado del hombre tampoco.
El misterio que celebramos hoy es evidentemente una cruz dolorosa y sangrante, pero, a la vez, victoriosa y resplandeciente.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre (y sus ministros) en profundo silencio.
Postración del celebrante
Nos arrodillamos para orar también nosotros.
Oración inicial
Escuchemos esta hermosa oración que recurre a la ternura y a la misericordia de Dios.
Liturgia de la Palabra
La liturgia, hoy, tiene dos ejes: la Liturgia de la Palabra, que ahora comenzamos, y la Adoración de la Cruz.
Primera lectura (Is 52, 13С53, 12;) La figura profética del servidor sufriente Рorque vemos en la Primera lectura es imagen de Jesús “humillado y abrumado de dolores”.
Salmo (Sal 30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25): El salmo 30 expresa la desolación y, a la vez, la confianza de Jesús. Acompañamos esta oración con las mismas palabras que Jesús pronunció en la cruz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Segunda lectura (Heb 4, 14-16; 5, 7-9): La Segunda lectura suscita nuestra confianza en Jesús, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, que nos mereció la salvación con su obediencia al Padre.
(Jn 18, 1С19, 42): (Mientras se ubican los lectores, permanecemos sentados).
Oración universal
Al concluir la oración del celebrante, respondemos: Amén.
(Un diácono o lector anuncia la intencion. Se deja un instante de oración en silencio, y el celebrante dice la oración).
(Tomemos asiento).
Miremos hacia el fondo para recibir la Cruz.
Se nos invita a mirar “el árbol de la Cruz”.
Miramos, contemplamos, adoramos y aclamamos porque creemos en el triunfo salvador de Jesús.
Respondemos al anuncio del celebrante (ministro): “Adoremos al Señor, nuestro Dios”, al mismo tiempo que nos arrodillamos. (Indicar luego, al levantarse).
Memoria de la Virgen Dolorosa (optativa)
(Una vez colocada la cruz en el altar, nos ponemos de pie).
Queridísimos hermanos, ¿Recuerdan la escena del evangelio? Junto a la Cruz de Jesús estaba su madre.
Por eso, en este momento en que hemos celebrado la memoria de la Pasión del Hijo, recordemos también el dolor de la Madre.
Tú, que diste a luz a Jesús en un humilde establo.
Oremos.
Oremos.
Tú, que viste a tu Hijo arrestado y maltratado.
Oremos.
Tú, que estuviste junto a la cruz.
Oremos.
Sagrada comunión
Se está preparando el altar para que participemos de la sagrada comunión.
Adoremos a Jesucristo, presente en el Santísimo Sacramento, que es trasladado al altar.
Padrenuestro
Hermanos: La eucaristía que hemos celebrado ayer nos alimenta también hoy. Nos acercamos a comulgar procesionalmente “proclamando la Muerte del Señor hasta que vuelva”. (No hay cantos. Se reza el Salmo 21).
Oración sobre el pueblo
Inclinémonos ahora ante Dios que nos quiere bendecir.
Señor, te pedimos... (Misal, pág. 276).
Es una vigilia de gozosa celebración de la Resurrección de Jesús, que nos hace “pasar”, a cada uno de nosotros, de la muerte a la Vida.
El templo está a oscuras. Es la oscuridad de la vida alejada de Dios. Pero, en esta oscuridad, surge una luz, Cristo, que “ilumina” a todos los que lo siguen.
(Nos ponemos de pie). PreparÉmonos a esta gozosa celebración cantando.
Saludo inicial
Hermanos: Bienvenidos todos a la noche más santa, a la fiesta más importante del año cristiano.
Nada hay más importante que la resurrección de Cristo, porque ella asegura nuestra propia resurrección.
Que el Dios de la Vida
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras de la muerte,
esté con todos ustedes.
Liturgia de la Luz
La primera parte de esta Vigilia celebra a Cristo, luz que ilumina a todo hombre, simbolizado en el cirio pascual, imagen de Cristo Resucitado.
Miremos hacia la entrada del templo. El celebrante bendice el fuego nuevo, signo de la presencia de Dios y expresión de luz, calor, fuerza y vida.
A - Bendición del fuego
(Monición y bendición). Ver Misal.
(Si se hace). El Celebrante grabará en el cirio la cruz y las letras griegas Alfa y Omega para señalar que el cirio representa a Cristo, principio y fin de todo. Graba también los números de este año significando que Cristo es el Rey del tiempo y de la eternidad. Finalmente incrusta cinco granos de incienso en recuerdo de las cinco llagas de Jesús.
Con la llama del fuego recién bendecido, iluminemos el cirio de nuestra Pascua.
(Enciende el cirio y espera la monición del guía).
A cada anuncio del celebrante o del diácono, respondemos:
Demos gracias a Dios.
(Toma el cirio, hace el primer anuncio y espera al guía).
(Después de la primera presentación).
Comienza la solemne procesión con el cirio pascual. Caminando detrás de Cristo, venceremos nuestra propia tiniebla.
(Comienza la procesión. Al entrar en el templo, el diácono vuelve a anunciar. Aquí se encienden los cirios de los ministros y las cerillas de los encargados de encender los cirios del pueblo. ѓstos esperan la monición del guía).
Permanecemos en nuestros lugares. Mientras encendemos nuestros cirios, recordemos que el bautismo nos hizo “hijos de la luz” y “luz del mundo”. Cantemos con fervor: ésta es la luz de Cristo.
(Al llegar al altar, el celebrante vuelve a anunciar. Aquí se encienden algunas luces del templo).
(Coloca el cirio pascual en el candelero. Luego coloca incienso en el incensario y pide la bendición para la lectura del evangelio. Si no es diácono se omite la bendición. Inciensa el libro y el Cirio, y proclama el Pregón Pascual, después de la monición del guía).
Hermanos: ésta es la noche que disipó las tinieblas del pecado.
ésta es la noche que nos devuelve a la gracia.
ѓsta es la noche en la que Cristo rompió los lazos de la muerte.
Por eso la Iglesia estalla en un jubiloso canto de alabanza, de gratitud y de alegría. Es el Solemne Anuncio o Pregón Pascual.
(Canta o recita el Pregón Pascual).
Apaguemos los cirios y tomemos asiento.
Después de iniciar alegremente esta Vigilia con la Liturgia de la Luz, celebramos ahora la Liturgia de la Palabra. Las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento muestran, a grandes pinceladas, el amor maravilloso de Dios.
Veneremos la Palabra que vamos a escuchar cantando.
Hermanos: La Palabra de Dios que vamos a escuchar y orar es una apretada síntesis de los pasos que el Padre Dios fue dando desde la creación del hombre hasta que envió a su Hijo para salvar a todos los hombres.
Esta trayectoria tiene un designio: nuestra felicidad eterna. Por eso la Iglesia, en esta noche santa, acompaña esta lectura con un salmo y una oración.
Nota: Las moniciones de todas las lecturas y salmos se encuentran en ¿Cómo preparar Semana Santa?, San Pablo.
(Después de la séptima lectura, se encienden los cirios del altar).
Hemos concluido las lecturas del Antiguo Testamento, Dios cumplió su promesa y envió a su Hijo Jesús. Por eso ahora entonaremos el Gloria.
Hermanos: En esta noche santa, glorifiquemos a Dios, alabándolo en el cielo y en la tierra, porque nos ha llamado a cantar la gloria de la Resurrección. Gloria...
(En el momento en que el sacerdote entona el Gloria, se encienden todas las luces y se tocan las campanas y campanillas).
(Después de la oración).
El apóstol Pablo nos invita a morir con Cristo a todo lo que nos aleja de Dios y del prójimo para vivir como verdaderos resucitados.
Hermanos: El Aleluya es un cántico triunfal, por eso estuvo ausente durante la Cuaresma. Festejando el triunfo de Cristo, el Aleluya resonará a lo largo del año en nuestras celebraciones como un prolongado eco de la Solemnidad de la Pascua.
(El celebrante o el salmista entonan el Aleluya que repiten todos).
El salmo es un magnífico canto de acción de gracias. Participamos de esta oración aclamando: “Aleluya, aleluya, aleluya”.
¡Cristo ha resucitado! Este hecho glorioso es el fundamento de nuestra fe. Escuchemos su proclamación.
Liturgia Bautismal
(El ritual permite suprimir las letanías cuando no hay bautismo y no se bendice el agua bautismal).
En ocasiones solemnes como Ésta, la Iglesia peregrina aquí, en la tierra, implora la intercesión de los santos que reinan con Cristo en el Cielo. Recemos con fervor.
(Se entonan las letanías permaneciendo de pie).
Bendición del agua común
(Si no hay bautizandos ni se ha de bendecir el agua bautismal).
Hermanos: El celebrante procede a bendecir el agua con que seremos rociados en recuerdo de nuestro bautismo.
(Despues del rito de la bendición del agua).
Hermanos: En el día de nuestro bautismo, nuestros padrinos hicieron la profesión de fe por nosotros. Ahora la Iglesia nos invita a renovar personalmente aquellas promesas.
(Es conveniente usar la fórmula larga. Seguir el Misal según corresponda. Coordinar “la situación” con el guía).
Recibamos con fe el agua bendita que, al recordarnos nuestro bautismo, nos compromete a vivir más cristianamente.
(Al finalizar la aspersión, apaguemos nuestros cirios).
En esta noche tan santa, pidamos con fervor al Padre Dios, quien por el poder del Espíritu Santo, resucitó a Jesucristo, que su Luz ilumine al mundo entero.
A cada intención exclamamos: Jesús Resucitado es nuestra Luz, Aleluya.
Para que la Iglesia Рque hoy vuelve a cantar el Aleluya PascualР sea luz y salvación de todos los pueblos. Oremos.
Para que los pueblos sumergidos en las tinieblas de la miseria y la opresión, reciban la luz y la fuerza de Cristo Resucitado. Oremos.
Para que todos los que, sin sentirse cristianos, trabajan por un mundo mejor encuentren luz y fortaleza en Jesús Resucitado. Oremos.
Para que todos los que sufren encuentren en Cristo Resucitado la esperanza para seguir luchando. Oremos.
Para que todos nosotros honremos esta Pascua dando testimonio de vivir una vida nueva. Oremos.
“Jesús Resucitado, eres nuestra Luz! Por eso te pedimos que esta celebración pascual dé frutos de vida nueva, y que tu luz oriente todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones”. Tú que vives y reinas...
Procesión de ofrendas
Monición: Comenzamos la última parte de esta solemne Vigilia Pascual: la Liturgia Eucarística.
Junto con el pan y el vino, ofrecemos al Señor la decisión de vivir la nueva vida de resucitados junto a Jesús. Cantamos.
Nota: Si se reciben aquí los santos óleos: Junto con el pan y el vino ofrecemos los óleos bendecidos y el Crisma consagrado el Jueves Santo por nuestro Obispo en la Iglesia Catedral. Cantamos.
“Alabemos a Dios que, por la muerte de Jesús, destruyó nuestra muerte y, con su Resurrección, restauró nuestra vida”.
Padrenuestro
Con alegría profunda, elevemos nuestra oración al Padre, que en Jesús, muerto y resucitado, nos llamó a la felicidad eterna. Padre nuestro...
Comunión
Hermanos: ¡Hemos resucitado con Cristo! Vayamos gozosos a recibirlo en la eucaristía para amar más y mejor a Dios y a nuestros hermanos. Cantamos.
Rito de Conclusión
Hermanos: La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza. Como aquellas mujeres que descubrieron el misterio de Cristo resucitado junto al sepulcro, vayamos gozosos a nuestros hermanos para anunciarles que la vida tiene sentido y nos espera la felicidad eterna. Que el Señor esté con ustedes.
(Bendición Solemne - Misal pág. 633).
Despedida
Porque hemos vivido esta noche que “la Pascua de Cristo es nuestra Pascua” nos podemos felicitar llenos de alegría. ¡ Felices Pascuas de Resurrección !
Nos despedimos cantando...
Si en la Iglesia necesitábamos elegir un día para la alegría, ese día es hoy. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!
Pascua es la fiesta de la vida:
- la muerte ha sido vencida;
- con su resurrección, Cristo dio un nuevo horizonte a nuestra vida;
- todos hemos resucitado con Cristo para vivir la gracia de los hijos de Dios y comunicarlo con gozo a todo el mundo.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que presidirá nuestra eucaristía y cantamos.
Saludo inicial
Queridísimos hermanos: Éste es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él.
Que el gozo y la paz
de Jesús resucitado
estén hoy y siempre con ustedes.
A) Es pertinente realizar el rito de la bendición y aspersión (Misal, 1057).
La Solemne Vigilia Pascual de anoche da un lugar relevante al recuerdo de nuestro bautismo. Con Él nacimos a una vida nueva.
Por eso hoy, en lugar del acto penitencial acostumbrado, seremos rociados y purificados con agua bendita en recuerdo de nuestro bautismo.
(Durante la aspersión, conviene cantar un canto con sentido bautismal).
B) Si no se realiza el Rito de la Aspersión:
En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, abramos el corazón a la misericordia del Padre, para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.
Tú, que resucitaste lleno de gloria.
Señor, ten piedad.
Tú, que nos haces pasar de la muerte a la vida.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Hermanos: Glorifiquemos a Dios, alabándolo en el cielo y en la tierra, porque nos ha llamado a cantar la gloria de la resurrección. Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Hech 10, 34a. 37-43): Pedro, en nombre de los apóstoles, da testimonio de la resurrección de Jesús.
Salmo (Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23): El salmista alaba y da gracia a Dios porque es “bueno”, porque “es eterno su amor”. Participamos de esta oración exclamando (cantando): ѓste es el día que hizo el Señor, alegrÉmonos y regocijÉmonos en Él.
Segunda lectura (Col 3, 1-4): San Pablo nos invita enfáticamente a buscar los bienes del cielo “si es que, de verdad, hemos resucitado con Cristo”.
Secuencia: Hoy la liturgia introduce un himno pascual llamado “secuencia”. En ella, se alaba a Cristo que “reconcilió a los pecadores con el Padre”.
Evangelio (Jn 20, 1-9): Al ver el sepulcro vacío, los apóstoles Pedro y Juan comienzan a entender lo que las Escrituras habían anunciado de Jesús.
Hoy tenemos un motivo especial para proclamar nuestra fe en Dios: el Padre resucitó a su Hijo Jesucristo y nos regaló el Espíritu Santo como don de la Pascua. Creo...
Oración de los fieles
El mundo necesita la luz y la alegría de Jesús Resucitado. Pidamos que lleguen a todos los hermanos.
A cada intención, respondemos: Danos, Señor, el gozo de la Pascua.
Para que la Iglesia Рque hoy vuelve a cantar el Aleluya pascual sea luz y salvaciónde todos los pueblos. Oremos.
Para que los pueblos sumergidos en las tinieblas de la miseria y la opresión reciban la luz y la fuerza de Cristo resucitado. Oremos.
Para que todos los que, sin sentirse cristianos, trabajan por un mundo mejor encuentren luz y fortaleza en Jesús resucitado. Oremos.
Para que los que sufren, encuentren en Cristo resucitado la esperanza para seguir luchando. Oremos.
Para que todos nosotros honremos esta Pascua dando testimonio de una vida nueva. Oremos.
¡Jesús resucitado eres nuestra Luz! Por esto, te pedimos que esta celebración pascual dé frutos de vida nueva ayudándonos a mostrar la alegría de los resucitados. Tú que vives y reinas...
Procesión de las ofrendas
Ofrezcamos a Jesús nuestra vida para recibir la vida nueva que Él nos ha conquistado, y así comunicar la alegría de la resurrección.
“Alabemos a Dios, que, por la muerte de Jesús, destruyó nuestra muerte y, con su resurrección, restauró nuestra vida”.
Con alegría profunda, elevemos nuestra oración al Padre, que en Jesús, muerto y resucitado, nos llamó a la felicidad eterna. Padre nuestro...
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Jesús resucitado, que nos alcanza una vida nueva.
Hermanos: ¡Hemos resucitado con Cristo! Vayamos gozosos a recibirlo en la eucaristía, para abrazarnos más a Dios y a los hermanos.
Hermanos: La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Que el Señor esté con ustedes.
Bendición solemne (M. pág. 633, Nј 7).
Hermanos: Toda la Liturgia nos ha hablado de gozo y alegría porque “la Pascua de Cristo es nuestra Pascua”. Por eso, tiene sentido la felicitación: “¡Felices Pascuas!”.
Nos despedimos cantando...
En la fiesta de las fiestas cristianas, con la alegría que inunda los corazones de los creyentes en Cristo, los que “hacemos” LAPALABRADELDOMINGO a lo largo del año, deseamos a todos nuestros hermanos y hermanas, y a todos los medios de comunicación que utilizan nuestros servicios, unas muy Felices Pascuas.
La fiesta de Pascua es la más importante de las fiestas del mundo cristiano.
Porque cuando en aquella mañana, apenas salido el sol, las mujeres llegaron al sepulcro de Jesús y lo encontraron vacío, y un ángel les dijo: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Él no está aquí, ha resucitado”, cambió radicalmente la historia del mundo, la historia de la Humanidad.
Nos unimos a la alegría del mundo cristiano con el tradicional saludo:
¡CRISTO RESUCITÓ! ¡ALELUYA!
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