Bienvenida y Bendición de la Corona de Adviento
Guía:
Una vez más nos reunimos, atentos al anuncio de la llegada de Dios Nuestro Señor. Se acerca la gran fiesta de Navidad, la fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en Belén y en nuestros corazones. Preparémonos a recibir a nuestro Salvador reuniéndonos en torno a esta corona.
Bendice Señor esta corona, que sea para nosotros medio para preparar nuestra alma para recibirte. Que al ver su forma veamos que tu Dios eterno eres el principio y fin de todo cuanto existe y su verde follaje nos recuerde la esperanza de llegar a recibirte.
(Se enciende la primera vela)
Que al ir encendiendo cada una de sus velas se disipen las tinieblas del pecado y comience a clarear la luz de tu presencia en nuestras almas. Que por el espíritu de oración, penitencia y sacrificio, la caridad en nuestra vida nos prepare para recibirte y anuncie a los que nos rodean tu presencia entre nosotros.
29 de noviembre del 2009
Domingo 1º de Adviento
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: Bienvenidos a
Con el Adviento comienza un nuevo Año Litúrgico. Llamamos a este año ciclo “C”, y en él leeremos, habitualmente, el Evangelio de san Lucas. El color litúrgico del Adviento es el morado. Durante este Tiempo, se suprime el Gloria, que retomaremos solemnemente en
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Este Jesús, enviado por el Padre,
para liberarnos del pecado y de la muerte
con la fuerza del Espíritu Santo,
esté siempre con ustedes.
– Tú que viniste a cumplir la promesa del Padre.
Señor, ten piedad.
– Tú que vendrás con poder y gloria al final de la historia.
Cristo, ten piedad.
– Tú que vienes a nosotros en cada pobre y enfermo.
Señor, ten piedad.
Liturgia de
«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hicea la casa de Israel y a la casa de Judá.En aquellos días y en aquella hora,suscitaré a David un vástago legítimo,que hará justicia y derecho en la tierra.En aquellos días se salvará Judá,y en Jerusalén vivirán tranquilos,y la llamarán así: “Señor-nuestra-justicia”.»Palabra de Dios.
Salmo (Sal 24, 4-5a. 8-10, 14): Frente a la promesa de Dios, el salmista pide que el Señor nos muestre los caminos para ir a su encuentro. Participamos de esta oración aclamando: A ti, Señor, elevo mi alma.
Segunda lectura (1Tes 3, 12—4, 2): Para prepararnos a la venida de Jesús, san Pablo nos exhorta a crecer en el amor mutuo.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pabloa los Tesalonicenses 3, 12—4, 2
Hermanos:
Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.
Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.
En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Palabra de Dios.
Evangelio (Lc 21, 25-28. 34-36): Jesús describe su vuelta gloriosa al final del mundo y nos animamos a esperar la liberación.
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Palabra del Señor
En Adviento la liturgia con frecuencia nos repite y nos asegura, como para vencer nuestra natural desconfianza, que Dios "viene": viene a estar con nosotros, en todas nuestras situaciones; viene a habitar en medio de nosotros, a vivir con nosotros y en nosotros; viene a colmar las distancias que nos dividen y nos separan; viene a reconciliarnos con él y entre nosotros. Viene a la historia de la humanidad, a llamar a la puerta de cada hombre y de cada mujer de buena voluntad, para traer a las personas, a las familias y a los pueblos el don de la fraternidad, de la concordia y de la paz.
Por eso el Adviento es, por excelencia, el tiempo de la esperanza, en el que se invita a los creyentes en Cristo a permanecer en una espera vigilante y activa, alimentada por la oración y el compromiso concreto del amor. Ojalá que la cercanía de la Navidad de Cristo llene el corazón de todos los cristianos de alegría, de serenidad y de paz.
Para vivir de modo más auténtico y fructuoso este tiempo de Adviento, la liturgia nos exhorta a mirar a María santísima y a caminar espiritualmente, junto con ella, hacia la cueva de Belén. Cuando Dios llamó a la puerta de su joven vida, ella lo acogió con fe y con amor (cf. Benedicto XVI, Angelus 3-XII-2006).
La vigilancia a la que te invita hoy la Palabra de Dios no debe entenderse solamente como defensa del mal que te acecha, sino como expectación confiada y alegre de Dios que te salva y libera de ese mal.
La vigilancia es una actitud de atención concentrada hacia el paso del Señor por tu vida, es la actitud del amigo que está pendiente de la llegada del que espera. Hay que estar en vela, porque no sabemos cuándo vendrá el dueño. No se trata de tener miedo a su venida; al contrario, se trata de esperarla con alegría, y, más aún, de pedir a gritos su venida... porque es la venida de Dios, el Amigo. Por tanto, si vives la vida desde Dios, si cada día tratas de ser fiel a Jesucristo y a la Iglesia, la perspectiva de la venida del Señor es optimista, aunque exigente.
El Adviento es un tiempo de esperanza y conversión, tiempo de mirar tu corazón y tratar de descubrir los obstáculos que hay en él para poder recibir al Señor que llega. Por ello, es fundamental que tengas una actitud de humildad para querer acercarte al Señor, para aprovechar esta nueva oportunidad que Él te da y hacer que esté en tu corazón.
También es importante que te hagas un plan de vida espiritual para este tiempo que hoy comenzamos. Que revises tu vida y que te hagas unos propósitos concretos y serios de conversión y de cambio en tu vida. Es necesario intensificar la oración y la escucha de la Palabra de Dios, el sacrificio y el combate espiritual por cambiar aquellas cosas que en tu vida no agradan a Dios. Es necesario, en definitiva, poner a punto el corazón para que en él pueda habitar el Señor. ¿Te animas? ¡No dejes pasar esta oportunidad que el Señor te brinda¡ !Hay que estar siempre en vela¡
Compromiso semanal
Haz un Plan de vida espiritual para este Tiempo de Adviento. Intenta descubrir en qué debes estar más vigilante. Pon los medios necesarios para ello.
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Credo
Proclamemos con fervor nuestra fe en Jesús, nuestro Salvador, que vendrá a juzgar y liberar a los vivos y a los muertos. Creo...
Oración de los fieles
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a salir a tu encuentro.
Para que
Para que los gobernantes logren establecer una mayor equidad en la distribución de la renta nacional. Oremos.
Para que la venida de Jesús reconforte y anime a los desalentados y angustiados. Oremos.
Para que nuestra comunidad parroquial prepare la venida de Jesús saliendo al encuentro de los más necesitados. Oremos.
Concédenos, Señor, caminar hacia tu encuentro mediante una sincera conversión y la práctica del amor fraterno. Ven, Señor Jesús. Te lo pedimos a ti...
Presentación de las ofrendas
Cristo, muerto y resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a él, presentamos al Señor el propósito de preparar su venida en un clima de alegre austeridad.
Padrenuestro
Al prepararnos a comulgar, invoquemos al Padre Dios, que ha cumplido su promesa enviando a Jesús para nuestra liberación:
Padrenuestro...
Cordero de Dios
Rito de conclusión
“¡Ánimo, levanten la cabeza, ya se acerca la liberación!”, nos dijo Jesús.
Este Adviento es una nueva invitación de Dios a confiar en su liberación y a esperarlo mientras purificamos nuestro corazón con el arrepentimiento, la oración y las obras de caridad.
El Señor esté con ustedes. Bendición solemne (M., pág. 788).
Despedida
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