"Mujer, qué grande es tu fe"
Érase un anciano que, todas las noches, caminaba por las calles oscuras de la ciudad con una lámpara de aceite en la mano.
Una noche se encontró con un amigo que le preguntó: ¿qué haces tú, siendo ciego, con una lámpara en la mano?
El ciego le respondió: “Yo no llevo una lámpara para ver. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí”…
¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás! Llevar luz y no oscuridad.
Luz…demos luz.
De la historia de Pedro, ciego y náufrago en la tormenta del domingo pasado a la historia de hoy, de la mujer cananea, invisible y marginada.
Del grito de Pedro: “Señor, sálvame” al grito de la mujer extranjera: “Señor, socórreme”.
De la respuesta de Jesús a Pedro: “Hombre de poca fe, ¿por qué vacilaste? a la respuesta de hoy: “Mujer, qué grande es tu fe”.
Y en medio de la ciega tormenta está Jesús salvando a Pedro náufrago y en medio de esta mujer y su hija atormentada por un demonio está Jesús y le dice: “Mujer, que se cumpla tu deseo”.
Y en medio de nosotros en este domingo está también Jesús que viene a traernos la luz y la salvación.
¿Cómo nos sentimos nosotros hoy? ¿Como hijos de Dios, como miembros de la Iglesia o como perritos que comen las migajas que caen de la mesa?
La mujer cananea no fue saludada, no le dieron un aplauso de bienvenida como hacemos nosotros, era gentil, extranjera, y como a un perro había que despacharla porque con sus ladridos asustaban a todos y Jesús tampoco le hizo mucho caso.
Pudo más la fe y la insistencia de la mujer que todos los rechazos.
Pudo más su perseverancia y atrevimiento que las palabras de los discípulos y la frialdad de Jesús.
Siempre puede más la fe que la duda, la insistencia que el cansancio.
En el corazón de Dios, en la Iglesia de Jesús, cabemos todos. Todos llamados a ser injertados en el árbol de la vida, a pertenecer y a heredar el Reino. Todos somos ovejas perdidas de Israel.
La mujer cananea y su hija atormentada por un demonio son símbolo de todos nosotros.
Ellas se alimentaban con las migajas que caían de la mesa de sus patronos. Pero querían participar de la mesa como hijos, querían sentirse amados por Jesús, querían gozar de la fiesta que Jesús traía. Y la fe y la perseverancia abrieron de par en par las puertas del corazón de Jesús.
Muchos hermanos nuestros y nosotros también vivimos de las migajas de la iglesia: una oración rutinaria, una misa más penitencia que gozo, unos miedos, una vida cristiana tibia y otros un vago recuerdo de su bautismo…migajas en nuestro plato cristiano.
La mujer cananea no se contentó con las migajas que caían de la mesa, quiso el pan entero, el amor entero, la sanación entera, la vida entera, la pertenencia entera.
¿Por qué contentarnos con un poco cuando lo podemos tener todo?
¿Por qué considerarnos extranjeros cuando somos hijos?
¿Por qué no invitamos a tantos hermanos alejados que comen las migajas de los celos, del alcohol, de la droga, de la infidelidad a ser miembros de la Iglesia de Jesús?
Nuestra responsabilidad no es de apartar a nadie que busca sinceramente al Señor, los apóstoles aquel día hicieron de espantapájaros, sino de acercarlos con amor hasta la fuente del perdón y de la salvación.
En Internet hay una lista de las personas más odiadas del mundo. No le resultaría difícil poner algunos nombres: Adolfo, Osama, Sadam…
Suscitan en nosotros emociones demasiado fuertes como para pensar en ofrecerles nuestro perdón.
¿Guarda usted una lista de las personas que le han ofendido? Si la tiene el reto del perdón es más grande, pero la exigencia de perdonar no por eso es menor.
¿Tiene Jesús una lista? Él no tiene ninguna lista de personas odiadas. Su lista es la del amor a todos, incluido usted.
Liturgia de las Horas: 4ta. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
ENTRADA
Bienvenidos hermanos a la casa de oración. Aquí somos invitados a vivir felices y con esperanza. Los hijos de Dios vienen a esta casa a alimentar su fe y su compromiso con las cosas de Dios y con las del mundo.
Esta familia, aquí reunida, proclama con su presencia y con su vida el señorío de Jesucristo.
El Señor no rechaza a nadie. Vivamos esta fiesta con gozo y paz. Y la comenzamos cantando el canto de entrada.
PRIMERA LECTURA
Todos, nos dice el profeta Isaías, incluidos los extranjeros tienen cabida en la casa del Señor.
Todos los aquí reunidos, hoy, estamos llamados a estrenar cada domingo nuestra condición de hijos, nuestra obediencia y nuestro amor.
Esta es la casa de oración para todos los que quieren servir a Dios y a los hermanos.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Así dice el Señor:
-- Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 66
R. - OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.
SEGUNDA LECTURA
Pablo, el apóstol de los gentiles, trabaja incansablemente para llevar el evangelio de Cristo a todos.
Todos, judíos y gentiles, somos objeto del amor de Dios a pesar de nuestra desobediencia. La salvación sólo es don de Dios.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Hermanos:
Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Nuestra celebración dominical es la suma de todos nuestros gritos, de todas nuestras dudas y de todos nuestros quebrantos. Es la celebración de la fe grande de unos y de la fe pequeña de otros.
No se cansen de insistir. No se cansen de creer. No se cansen de acudir al Señor y a su casa de oración.
Escuchemos la proclamación del evangelio.
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo." Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando." Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel." Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.
PALABRA DEL SEÑOR.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos por la Iglesia, servidora del evangelio y acogedora de todos los hombres.
Oremos por los gobernantes, servidores de los hombres y encargados de repartir los bienes con justicia para todos.
Oremos por los enfermos, los pobres, los que viven en soledad y lejos de sus familias para que confíen en el Señor y en la ayuda de los hermanos.
Oremos por nuestra comunidad del Pilar para que sea generosa en su servicio al evangelio y a los hermanos.
Oremos por nuestros difuntos y (nombres…) para que el Señor los admita en su casa de gloria y de felicidad para siempre.
DESPEDIDA
Salgamos felices del templo con la idea de que todo lo que pidamos a Dios, si es bueno para nosotros nos será concedido. Dios siempre está pendiente de sus criaturas.
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