El “mundo” (en el
lenguaje de Juan) no puede recibir el Espíritu divino. El mundo de la
injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del
poder, de las vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los
humanos. En ese mundo no puede tener parte Dios, porque Dios es amor,
solidaridad, justicia, paz y fraternidad. El Espíritu alienta en quienes se
comprometen con estos valores, esos son los discípulos de Jesús.
Esta presencia del Señor
resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en una
alianza firme, en el cumplimiento de sus mandatos por parte de los discípulos,
única forma de hacer efectivo y real el amor que se dice profesar al Señor. No
es un regreso al legalismo judío, ni mucho menos. En el evangelio de San Juan
ya sabemos que los mandamientos de Jesús se reducen a uno solo, el del amor:
amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de mostrar creativo,
operativo, salvífico.
Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio
Color: Blanco
Santoral
Introducción
Jesús
resucitado va acostumbrando a los suyos a una presencia
más espiritual y sobrenatural que física y sensible, si bien ellos lo
ven, lo tocan y escuchan, comen con él, los abraza como antes, pero… también
desaparece de su vista aunque ellos continúan constatando su presencia… ¡es que
su Espíritu no los abandona!... como tampoco nos abandona a nosotros, sino que
ahora mismo nos congrega en torno a su altar…
Cantemos todos…
Saludo inicial y bienvenida
Hermanos: Jesús vive resucitado en cada uno de nosotros y ahora nos
congrega a celebrar esa su presencia activa en todo aquel que se abre a su
Espíritu y se deja modelar a su imagen y semejanza… por eso:
Que Jesús resucitado, que
en este primer día de la semana nos congrega para hacer presente y celebrar su acción santificadora en
nosotros, que nos conduce y acompaña permanentemente por el camino de su
Evangelio, nos sostiene en las dificultades, nos hace ver y corrige nuestros
desvíos, que nos alienta en nuestros desánimos y fortalece nuestros esfuerzos,
esté ahora y siempre con cada uno de ustedes…
Acto penitencial
Jesús resucitado nos conduce por el bien y también corrige nuestros
desvíos… Que él nos ayude a reconocerlos y a pedir perdón a su divina bondad,
como así también a quienes hayamos ofendido con nuestras actitudes…
A cada mención respondamos:¡Ten
piedad, Señor, y ayudanos a corregirnos!
De
nuestro orgullo y soberbia que nos alejan de ti y nos dividen y enfrentan entre
hermanos…
- De
nuestro egoísmo, que ya se han hecho costumbre y forma de pensar y obrar y
tanto nos cuesta liberarnos y cambiar…
- De
nuestros rencores que alimentan deseos de venganza y nos incapacitan para el
perdón, la reconciliación y la paz…
- De
creernos con derecho a ver y criticar defectos y pecados ajenos comportándonos
sin escrúpulo como fariseos irreprochables…
- De nuestras
infidelidades a compromisos y juramentos ante Dios que desacreditan ante el
mundo nuestra fe cristiana…
Dios todopoderoso tenga
misericordia y perdone nuestros pecados, nos ayude a corregirnos y nos conduzca
a la vida eterna. Amén.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Hech
8, 5-8. 14-17): Felipe va a predicar a Samaría, allí se forma una primera
comunidad cristiana, confirmada luego por la imposición de manos de Pedro y
Juan.
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Salmo (Sal
65, 1-3a. 4-7a. 16. 20): El salmo convoca a todos a alabar y bendecir a Dios
por sus maravillas a favor de los hombres. Decimos juntos:
¡R. Aclamad al Señor, tierra entera.!
Segunda lectura(1Ped
3, 15-18): Pedro exhorta a los cristianos de Asia a permanecer fieles al Señor
testimoniando la fe con su buena conducta, aunque por ello deban sufrir
contrariedades.
Queridos hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Palabra de Dios.
Evangelio (Juan 14, 15-21): Ante su próxima vuelta al Padre, Jesús promete a los
suyos no sólo dejarles su Espíritu sino la inhabitación de su Padre y de
él mismo en aquel que lo ama y cumple sus mandamientos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él. »
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
La resurrección de Cristo
inicia una nueva etapa en su misión redentora: su Espíritu animará a los
discípulos, congregados en su Iglesia hasta el confín de la tierra y de los
siglos, a ser luz del mundo, sal de la tierra y levadura de nueva humanidad.
Oremos para que así sea, repitiendo después de cada intención:
¡Ayudanos, Señor, a ser instrumentos de paz y bien!
Porque el pecado nos vuelve huérfanos de
verdad y amor, de justicia y esperanza, y sólo tú eres el todo absoluto de
nuestra insignificante nada. Oremos.
Porque hoy los hombres buscamos la
felicidad acaparando y abundando en bienes temporales y materiales. Oremos.
Derrama tu Espíritu en abundancia, Señor,
en la Iglesia y así, unidos a cuantos trabajan en bien de la humanidad,
logremos todos un mundo nuevo y mejor. Oremos.
Premia, Señor, con eterna felicidad a
quienes se desvivieron por la reconciliación y el perdón, la solidaridad y el
progreso integral de hombres y pueblos. Oremos.
Oremos: Señor
Dios, que por boca de Jesús prometiste no dejarnos huérfanos sino que nos
aseguraste venir a habitar en quien te ama y cumple tu voluntad, danos, por el
camino del amor y la obediencia, ser morada digna de ti, Padre, con tu amado
Hijo Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo, de aquí a la eternidad. Amén.
Presentación de las ofrendas
Dios se brinda sin reserva alguna en favor
de sus creaturas con todo su amor … y nos capacita para que podamos responderle
de la misma manera, aceptando gozoso, como ofrenda nuestra, cuanto de él
recibimos y podamos devolverle. Presentémosle ahora nuestra ofrenda de pan y
vino y presentémonos nosotros mismos como una ofrenda viva en su honor…Cantemos…
Comunión
Todo lo puedo en Cristo, decía Pablo, porque para Dios nada bueno es
imposible, le dijo Gabriel a María… y Jesús mismo nos
advierte: sin mi nada bueno podrán hacer y, para que podamos llegar con él más lejos de lo que imaginamos, ahora
nos realimenta con su Cuerpo y Sangre... con la felicidad que todo esto nos da:
Acerquémonos
a comulgar cantando…
Despedida
y bendición final
Jesús se quedó con nosotros más que cuando andaba por Palestina: se
quedó en nuestros altares y sagrarios, se quedó en su palabra vivificadora, en
los sacramentos que nutren la vida cristiana, que nos fortalecen en la lucha
diaria…
Que el Señor nos bendiga
y nos proteja. Amén;
tenga piedad y nos
muestre su rostro. Amén;
nos mire siempre con amor
y nos conceda su paz. Amén;
que la bendición de Dios Todopoderoso X, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre. Amén.
FELIZ DOMINGO EN EL SEÑOR
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