“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.
De que le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras?
Liturgia de las Horas: 4ta. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
Introducción a la celebración
Hermanos: Los hombres de este tiempo
estamos acostumbrados a las encuestas y sondeos de opinión. Por eso, no nos
extraña que Jesús incursionara en ese terreno con esta pregunta: “¿Quién dice
la gente que soy yo?”. Pero Jesús avanza
aún más y formula la pregunta decisiva de la fe cristiana: “Y ustedes, ¿quién
dicen que soy yo?”.
Este domingo 24º durante el
año nos pone “cara a cara” con el Señor, para descubrir quién es él y seguirlo
con decisión.
Nos ponemos de pie. Recibimos
al padre que presidirá nuestra eucaristía y cantamos...
Saludo inicial
Tú eres el Mesías, contestó Pedro, en nombre de todos.
Hermanos:
Esta correcta respuesta no basta. Jesús quiere que lo sigamos, imitando su
vida.
El Señor, que da la paz
a todos los que esperan en él,
esté con todos
ustedes.
Acto penitencial
Seguir
a Jesús reclama abnegación y sacrificio. No siempre estamos dispuestos a
hacerlo. Pidamos humildemente perdón.
– Tú entregaste tu cuerpo a
quienes te golpeaban.
Señor, ten piedad.
– Tú quieres que nuestra fe se
demuestre con obras.
Cristo, ten piedad.
– Tú eres el Mesías, el Ungido
de Dios.
Señor, ten piedad.
Gloria
Reunidos
en el Espíritu Santo, alabemos al Padre y supliquemos al Hijo, su Mesías: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 50, 5-9a): El profeta Isaías prefigura los sufrimientos que debía
padecer el Mesías, el Siervo de Dios, que llevó sobre sí los pecados del
pueblo.
El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí, ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido, por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado. Tengo cerca a mi abogado, ¿quién pleiteará contra mí? Vamos a enfrentarnos: ¿quién es mi rival? Que se acerque. Mirada, mi Señor me ayuda: ¿quién me condenará?
Palabra de Dios
Salmo (Sal 114, 1-6. 8-9): El salmo canta la gratitud de
quien se siente socorrido por Dios. Participamos de esta oración aclamando: Caminaré en la presencia del Señor.
Segunda lectura (Sant 2, 14-18): Santiago nos explica que la
verdadera fe se expresa en obras relacionadas con el amor al prójimo.
¿De que le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos de alimento diario, y que uno de vosotros les dice: “Dios os ampare: abrigaos y llenaos el estómago", y no le dais lo necesario para el cuerpo: ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Alguno dirá: "Tu tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe."
Palabra de Dios
Evangelio (Mc 8,
27-35): Jesús anuncia que él es un Salvador sufriente y pide a sus
seguidores que lo sigan con abnegación.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
-- ¿Quién dice la gente soy yo?
Ellos le contestaron:
-- Unos, Juan Bautista: otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
Él les preguntó:
-- Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó:
-- Tú eres el Mesías.
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirles:
-- El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se le llevó aparte y se puso a increparle. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro:
-- ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:
-- El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.
Palabra del Señor
Credo
Proclamemos
nuestra fe en Jesús, muerto y resucitado para la gloria de Dios y nuestra
salvación: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos: Elevemos nuestras súplicas para
que todos los hombres descubran al verdadero Mesías, a Jesús el Hijo de Dios.
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a acompañar la fe con las obras.
Para que la
Iglesia tenga libertad para predicar la fe en Cristo Salvador. Oremos.
Para que en
nuestra sociedad se superen las injusticias sociales. Oremos.
Para que los que
están indiferentes descubran el don de la fe. Oremos.
Para que nuestras
instituciones parroquiales sean modelos de una fe que se expresa en obras. Oremos
(Añadir y/o
sustituir intenciones).
Ayúdanos, Señor,
a acompañar la fe con obras, para que nuestra vida se renueve en el servicio
generoso a los hermanos. Te lo pedimos...
Presentación de las
ofrendas
Ofrezcamos al Señor nuestros cotidianos
esfuerzos por seguir las huellas de Jesús.
Prefacio ((P. E. IV)
Demos gracias al
Señor, nuestro Dios porque, “al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos envió
como salvador a su único Hijo”.
Padrenuestro
Al Padre común,
que nos invita a seguir las huellas de Jesús, elevemos la oración de la
fraternidad universal:
Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús, el Salvador de todos los
hombres. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Jesús,
que entregó su vida por nosotros, viene en la Eucaristía a fortalecer nuestra
debilidad y animar nuestros propósitos.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración Poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra misión
comienza.
Hermanos:
La maravillosa misión de todo cristiano es seguir a Jesús, e imitar su amor
preferencial por los pobres, los débiles y los enfermos.
El Señor esté con ustedes.
Asiste a tus hijos,
Señor,
para que sientan el
efecto de tu amor
y así gusten
servirte
de todo corazón.
Y que
la bendición de Dios...
Despedida
Hermanos: Volvamos a la vida diaria a
testimoniar con nuestra alegría y nuestras obras la fe en Jesús.
FELIZ DOMINGO EN LA PAZ DEL SEÑOR !
REFLEXION DE LA PALABRA DEL DOMINGO
¿Qué decimos cuando, en un ambiente frío u hostil, se nos interroga sobre nuestra fe? ¿Qué respuestas ofrecemos, desde nuestra vivencia religiosa, cuando se nos plantea la ausencia o inexistencia de Dios en medio del mundo?
1.- Preguntas que, más que respuestas, exigen un convencimiento profundo de lo que somos y vivimos: somos cristianos y queremos vivir como tales. Ser cristiano, no es muy difícil. Pero VIVIR COMO CRISTIANO se hace más cuesta arriba. Sobre todo si, vivir como cristianos, implica ir contracorriente. Decir al pan, pan y al vino, vino. O, por ejemplo, no comulgar con ruedas de molino en temas o en problemas que, la sociedad, presenta como paradigma de progreso o bienestar social.
Como a Pedro, también a nosotros, el corazón nos puede traicionar. Queremos un Jesús amigo, confidente, compañero pero sin demasiadas exigencias. Aquel viejo adagio "serás mi amigo siempre y cuando no pongas piedras en mi camino" viene muy bien para reflexionar sobre el mensaje evangélico de este domingo. Jesús nos lo adelanta: "quien no coja su cruz y me siga no es digno de mí".
2.-Es cómoda una fe sin obras. Una vivencia sin más trascendencia que un "bis a bis" con Dios. Sin más compromiso que la tranquilidad que supone el estar bautizado. El ser cristiano, pero sin aventurarse en dar testimonio de lo que creemos, escuchamos y sentimos: Jesucristo es nuestra salvación.
¿Que quieres vivir bien? ¡No te compliques la vida! Pero, viene el Señor y nos recuerda que para entrar por la puerta del cielo, hay que emplearse a fondo en su causa. Confesar el nombre del Señor no solamente es despegar los labios y decir un "sí creo". Además nos exige un construir nuestra vida con los ladrillos de la fraternidad, el perdón y el testimonio de nuestra fe.
3.- ¿Queremos confesar, con todas las consecuencias, el nombre de Jesús? Aprendamos a conocerle más y mejor. Nos preocupemos de meditar su Palabra. De avanzar por los caminos que Él nos propone. El Señor, además de bautizados en su nombre, desea gente de bien que viva según lo que nos exige el Bautismo: una vida en Dios, entregada a los demás y profundamente arraigada en Cristo.
4.- En cierta ocasión un nadador cruzó un inmenso río. Y, al llegar a la otra orilla, le preguntaron: ¿son profundas las aguas? Y, el deportista, respondió: la verdad es que no me he fijado. Solamente he nadado superficialmente. No he buceado.
Algo así, queridos amigos, nos puede ocurrir a nosotros. Como Pedro podemos pretender quedarnos en lo bonito de la amistad, En la superficialidad de la fe. Pero, el Señor, quiere y desea que ahondemos en lo que creemos. Que vivamos según como pensamos. Y que, en definitiva, no rehuyamos de esas situaciones en las que podemos demostrar si nuestra fe es oro molido o arena que se escapa entre las manos. Y nosotros ¿qué?