Introducción a la celebración
Hermanos:
Celebramos hoy una importante y tradicional fiesta cristiana: ¡Corpus Christi!
El Cuerpo y la Sangre de Jesús, es decir, la Eucaristía.
El Jueves Santo
–como preámbulo a la Pasión– la Iglesia celebra la institución de la
Eucaristía. Hoy celebramos a Jesucristo realmente presente en ella con su
cuerpo, sangre, alma y divinidad.
En este ciclo B,
se pone de relieve que la sangre de Cristo sella la Nueva Alianza que Dios hace
con nosotros.
Para resaltar el
tono festivo, el sacerdote se viste de blanco.
Oremos juntos,
cantemos juntos y juntos alimentémonos de la Palabra de Dios y del Pan de Vida.
Nos ponemos de pie y comenzamos nuestra celebración cantando.
Saludo inicial
Éste es el Cáliz de mi
Sangre, sangre de la alianza nueva y eterna... escuchamos en el
momento de la Consagración.
Hermanos:
las lecturas de hoy remarcan que la sangre de Jesús selló la nueva Alianza de
Dios con nosotros.
El amor y la paz de
Dios Padre,
que por la acción
del Espíritu Santo
selló su alianza
nueva y eterna
con la sangre de
Jesús,
estén con todos
ustedes.
Acto
penitencial
La sangre de Cristo purificó nuestra conciencia de las
obras que llevan a la muerte. Por eso, pidamos humildemente perdón.
– Tú que eres el pan vivo bajado del cielo.
Señor, ten piedad.
– Tú que sellaste con tu sangre la Nueva y Eterna Alianza.
Cristo, ten piedad.
– Tú que nos dejaste el memorial de tu Cuerpo entregado y tu
Sangre derramada para el perdón de los pecados.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorifiquemos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por el don maravilloso de la redención: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Éx 24, 3-8): Por
medio de Moisés, Dios sella la primera Alianza con su pueblo, rociándolo con la
sangre de los terneros ofrecidos en sacrificio.
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: "Haremos todo lo que dice el Señor." Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: "Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos." Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: "Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos".
Palabra de Dios.
Salmo (Sal 115, 12-13. 15-18): En reconocimiento a la Alianza con
Dios, el salmo da gracias al Señor, recordando el gesto ritual de alzar el
cáliz. Participamos de esta oración aclamando: Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del
Señor.
¿Cómo pagaré al Señor / todo el bien que me ha hecho? / Alzaré la copa de la salvación, / invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al Señor / la muerte de sus fieles. / Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; / rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, / invocando tu nombre, Señor. / Cumpliré al Señor mis votos / en presencia de todo el pueblo. R.
Segunda lectura (Heb 9, 11-15): Con Cristo se inaugura una Nueva Alianza
sellada con su Sangre, que nos purifica de todo pecado.
Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios
Evangelio (Mc 14,
12-16. 22-26): San Marcos reproduce el momento de la última cena en que Cristo
asegura que su sangre sella la Nueva Alianza.
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" Él envió a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena." Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo." Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios." Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.
Credo
Confesemos
nuestra fe católica que nos hace creer y adorar a Cristo presente en la
Eucaristía. Creo...
Oración
de los fieles
Nuestra súplica
cobra valor, unida a Jesús, mediador de la
nueva alianza entre Dios y los hombres. Supliquemos con
fe.
A cada intención, pedimos: Veneramos tu Cuerpo y tu Sangre. ¡Ven, Señor
Jesús!
Para que la vida
de cada comunidad cristiana exprese vivamente la entrega de Cristo. Oremos.
Para que,
contemplando la sangre derramada por Cristo, se extingan los odios y conflictos
sociales. Oremos.
Para que
los moribundos y enfermos terminales encuentren, en la Eucaristía, fortaleza y
consuelo. Oremos.
Para que
en nuestra comunidad se avive el fervor eucarístico participando más
frecuentemente de la Misa. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Ya que sellaste
la alianza nueva y eterna con tu propia sangre, ¡ven, Señor Jesús! Para que
experimentemos los frutos de tu redención. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Cristo, muerto y
resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a
él, junto al pan y al vino, presentemos los bienes que hemos traído para
compartir con los hermanos necesitados.
Prefacio (Santísima eucaristía II)
Cristo ha sellado
la Nueva y Eterna Alianza. Por eso demos gracias al Señor, nuestro Dios, porque
Jesucristo se
ofreció al Padre como Cordero inmaculado.
Padrenuestro
Al prepararnos
para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús, pidamos que el Señor purifique,
una vez más, nuestra conciencia: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Jesús, cuya sangre selló la
nueva Alianza. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Con
especial fervor, acerquémonos a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús. (Hoy
comulgaremos con las especies de pan y vino). Con alegría, marchemos al
encuentro con Jesús.
Rito de conclusión
La Misa ha
terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: Esta fiesta se repite todos los
días en la Santa Misa. Y todos los días, el santísimo sacramento queda
reservado en el sagrario.
Que el Señor esté con ustedes.
Concede, Señor, a tu
pueblo
venerar con devoción
el misterio sagrado
de tu cuerpo y de tu
sangre,
para que experimente
con alegría
los frutos de la redención.
Y que la bendición...
Despedida
Queridos amigos:
Después de haber compartido el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo,
volvamos a la vida diaria a compartir también su entrega de amor por los
hermanos. Nos retiramos cantando.
FELIZ DOMINGO EN EL SEÑOR !!
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