Liturgia de las Horas: Propio del SalterioColor: Blanco
Santoral
MONICIÓN DE ENTRADA
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, del Libro del Apocalipsis, nos pone de manifiesto que todos podemos ser santos. No valen las excusas, se trata solamente de ir hacia esa felicidad desconocida que no se encuentra llevando a cabo empresas asombrosas y llamativas, sino en la normalidad vivida desde la óptica cristiana.
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: "No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios." Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: "¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén."
Y uno de los ancianos me dijo: "Ésos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?" Yo le respondí: "Señor mío, tú lo sabrás." Él me respondió: "Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero."
S.- Este salmo 23, para los judíos, formaba parte de la liturgia de la entrada en el templo de los peregrinos. Para nosotros, hoy, es adivinar y vivir la presencia del Señor Dios en nuestras vidas.
R. "Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor."
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
2.- Como dice la segunda lectura, también del apóstol Juan, y sacada de su Primera Carta, la santidad no es algo que haya que cumplir, sino de una exigencia interior que el Espíritu pone en nosotros, que procede del amor y de seguir los pasos de Aquel que nos amó primero.
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.
3.- El evangelio de Mateo nos describe lo esencial de la doctrina de Jesús y, asimismo nos describe los destinatarios del Reino: los pobres, los sufridos, los misericordiosos etc. Y ellos son los protagonistas de las bienaventuranzas, los que aman tanto y son tan libres que tienen capacidad para dejar las seguridades que no vienen de Dios y optan por vivir el riesgo de la fe. No es que sean débiles, ni tontos; son los que se han tomado en serio el amor, y han optado, en esta vida, libremente por seguir a Cristo.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."
ORACION UNIVERSAL:
1. Por la Iglesia universal, para que viviendo en plenitud el Evangelio de Jesús, lo comunique y extienda al mundo entero. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2. Por el Papa, los obispos y nuestros sacerdotes, para que sean auténticos servidores del Evangelio según el Espíritu de Cristo. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3. Por todos los que creemos en Cristo, para que, vivamos con urgencia la llamada a la santidad. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4. Por todos los jóvenes, para que descubran el significado de vivir comunitariamente nuestra fe y se sientan integrados en la Iglesia. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5. Por el fruto de la Palabra de Dios, para que nos renueve en la vida cristiana y haga más visible el espíritu de familia entre los que formamos Iglesia. ROGUEMOS AL SEÑOR.
6.- Por los pobres de espíritu, por los misericordiosos, los pacíficos, los afables, los perseguidos, los limpios de corazón se sientan dichosos y los privilegiados de Dios. ROGUEMOS AL SEÑOR.
MONICIÓN A LAS OFRENDAS:
Ofertorio es ofrenda. No es lo mismo dar que darse. Jesús se dio, y los efectos saludables de este darse los disfrutamos nosotros. ¿CUAL ES TU DONACIÓN DE HOY?.
Canto Final
Los santos nos acompañan en nuestro peregrinar por este mundo y por eso sabemos que disfrutamos de una ayuda muy especial. El deseo nuestro de ser santos no es una rareza, es una consecuencia coherente de nuestro trabajo cotidiano como cristianos.
Mañana la Iglesia celebra la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Mañana debemos tener un alegre y confiado recuerdo para aquellos seres queridos que ya no están con nosotros y que gozan de la presencia de Dios.
MEDITACIÓN
*Unos lo llevaron a cabo, sin meter demasiado ruido. Sabían que Dios, en el silencio, se hace más fuerte que el protagonismo al que nos tiene acostumbrado la sociedad.
*Otros, curtieron su perfección, desde el sufrimiento. Aguantaron lo suyo. No se dejaron vencer por las dificultades ni por el qué dirán.
*Otros más, mantuvieron la cabeza alta y el pecho hacia fuera con las cosas de Dios. Fueron perseguidos y hasta calumniados por defender la verdad, por promover la justicia por decir ¡no! donde, a veces, los poderosos decían ¡sí!
Si; amigos.
2.- Hoy, sin distinción ni acepción alguna, exclamamos: ¡TODOS LOS SANTOS! Los que gozan de popularidad y los que quedaron en el anonimato; los que veneramos y los que, inconscientemente despreciamos, calculando que fueron vulgares y que pasaron sin ton ni son. Pero, ellos, gozaron con la felicidad que brotaba de Dios. Saborearon la felicidad que venía de Dios.
¿Qué hizo esta gente para alcanzar la santidad? ¿Qué compás eligieron para marcar su existencia con la melodía de la felicidad? ¡Ni más ni menos que abrazar el racimo de las bienaventuranzas; exprimieron el zumo de lo que, ante el mundo, puede parecer ridículo o pasado de moda! ¡Fueron contracorriente, y por ello mismo, porque Dios les arrastró y les sedujo, son santos!
3.- No hace muchos días, en el evangelio del domingo, escuchábamos de los labios de la madre de los Zebedeos:”ordena que mis hijos estén a tu derecha e izquierda”.
¡Sí, amigos! Hoy es el día de la alegría. El día de felicitarnos. El día de abrir una puerta a la esperanza: ¡es posible ser santo! ¡Es posible ser cristiano y ser feliz! ¡Es posible cambiar a nuestro mundo de color con el calor de la fe!
¡Si, hermanos! Los santos no son aquellos que, en el curso de la historia, los hemos materializado, esculpido y visualizado en madera o besado en estampa. Los santos son aquellos que bebieron de la fuente de la alegría de la fe; los que se hicieron paso en la vida soñando con ver a Dios; los que proponían sin desmayo y sin vergüenza alguna que, nuestro mundo o el hombre no es más feliz cuando se aleja de Dios, sino más desgraciado.
Hoy, es el día en el que, espontáneamente, surge desde nuestro interior: ¡dichosos vosotros! ¡Los que gozasteis y sufristeis! ¡Los que sonreísteis y llorasteis! ¡Los comprendidos o perseguidos! ¡Los que padecisteis hambre pero en el cielo estáis hartos!
¡Felices, santos! ¡Felices vosotros! Porque, supisteis dar con ese pozo de felicidad inmensa que, a ocho caños, despertó vuestra vida e hizo más suculenta y preciosa vuestra vida: las bienaventuranzas.
¡Felices, vosotros! Porque, tal vez, entre algunos de vosotros….se encuentra alguno de los nuestros ¡Felicidades y ayudadnos a nosotros a ser dichosos!