CRISTO NUESTRO HERMANO HA RESUCITADO ¡ ALELUYA !
"Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis."
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Introducción a
la celebración
Hermanos y hermanas: La
fe de los discípulos se fue afianzando progresivamente En este tercer domingo
de Pascua, Jesús vuelve a encontrarse con ellos para sostener y confirmar su fe
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre,
que presidirá nuestra eucaristía, y cantamos.
Saludo inicial
Queridos hermanos: ¡Sigue
la fiesta! Y esta se prolonga por cincuenta días hasta Pentecostés. La liturgia
insiste en la alegría y la gloria de la resurrección.
Como a los discípulos,
también a nosotros, aquí congregados, se nos aparece Jesús resucitado para
reconfortar nuestra fe.
Que Jesús resucitado,
que
vive entre nosotros,
acreciente nuestra alegría
y permanezca siempre con
ustedes.
Acto penitencial
A) Rito de aspersión (Ver domingo de Pascua, Misal, p. 1181)
B) Forma habitual
Muchas veces no
obedecemos a Dios, y otras tantas no somos testigos de la Resurrección. Muchas veces
dejamos en el olvido a los pueblos originarios, y otras veces los consideramos inferiores. Pidamos humildemente perdón.
– Tú resucitaste y estás
en medio de nosotros.
Señor, ten piedad.
– Tú traes la alegría y
la paz.
Cristo, ten piedad.
– Tú nos llamas a ser
testigos de tu resurrección.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorificamos
a Dios que, con el Espíritu Santo, ha querido darle a Cristo alabanza, honor y
gloria.
Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera
lectura (Hech
5, 27-32. 40b-41): Pedro proclama valientemente su fe pascual como testigo de
Cristo resucitado.
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: "¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre."
Pedro y los apóstoles replicaron: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. la diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen."
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.
Palabra de Dios.
Salmo
(Sal
29, 2. 4-6. 11-12a. 13b): El salmo es un canto de acción de gracias al Señor,
que siempre socorre a sus testigos. Participamos de esta oración aclamando:
"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."
Segunda
lectura (Apoc
5, 11-14): San Juan describe su visión de la gloria que acompaña a Cristo, el
Cordero inmolado.
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: "Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza."
Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos-, que decían: "Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos."
Y los cuatro vivientes respondían: "Amén."
Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.
Palabra de Dios.
Evangelio
(Jn
21, 1-19 ó 21, 1-14): Jesús alimenta con su presencia la fe de los apóstoles
que lo reconocen como el Señor.
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar."
Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo."
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?"
Ellos contestaron: "No."
Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis."
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor."
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger."
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: "Vamos, almorzad."
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le contesta: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Él le dice: "Pastorea mis ovejas." Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras." Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme."
Palabra del Señor.
Credo
El
Credo es la síntesis de nuestra fe. Proclamamos con decisión: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos:
Jesús nos constituyó en testigos de su resurrección. Como tales, elevemos
nuestra oración
comunitaria
por las necesidades de todos.
A
cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser testigos alegres.
Para
que la Iglesia, perseguida en varias partes del mundo, tenga la fortaleza de
los apóstoles. Oremos.
Para
que los poderes públicos logren que las cargas sociales se distribuyan con
mayor equidad. Oremos.
Para
que los afligidos por problemas materiales o emocionales encuentren alivio y
esperanza en Jesús resucitado. Oremos.
Para
que los diferentes pueblos indígenas, con sus culturas, riqueza espiritual y
valores humanos, puedan hacer posible un mundo fraterno y plural. Oremos.
Para
que, desde nuestra vivencia de la fe, hagamos espacio para encontrarnos
respetuosa y gozosamente con las diferentes culturas y pueblos indígenas de
nuestro país. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Infunde
tu gracia, Señor, en nuestros corazones para que seamos alegres testigos de tu
resurrección.
Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Después de habernos alimentado con la Palabra de Dios, preparamos la mesa de la
eucaristía con el pan y el vino, trabajo, esfuerzos, alegrías
y dolores. También ofrecemos
esa constante lucha por la vida y por la identidad que protagonizan nuestros
hermanos indígenas, para que sea un aporte a una sociedad donde podamos
convivir con muchas y diversas culturas étnicas. Todo lo presentamos a Dios
para construir una sociedad más justa y fraterna.
Prefacio (Pascua III)
Dar gracias a Dios es una
de las cosas que tenemos que hacer siempre y en todo lugar. Por eso, unimos
nuestros corazones al del celebrante. Escuchamos gozosos su alabanza y la
rubricamos con el canto del Santo, “porque Jesús sigue ofreciéndose por
nosotros”.
Padrenuestro
Unamos
nuestra oración a la de Jesús resucitado, nuestro gran intercesor, y digamos
como él nos enseñó: Padre nuestro..
Cordero de Dios
Éste
es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Jesús, siempre presente
entre nosotros, para traer la paz. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos:
Jesús se quedó para siempre en la eucaristía, para fortalecer nuestra fe,
animar nuestra esperanza y enardecer nuestra caridad. Con alegría, vayamos a
comulgar cantando.
Rito de conclusión
Hermanos:
La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza. Tiren la red..., nos dijo
Jesús. Vayamos a la vida diaria a tirar la red de la alegría y la paz,
para testimoniar que Jesús ha traído una nueva vida.
Que
el Señor esté con ustedes.
Confirma,
Señor, la fe de tus fieles y fortalécelos con tu gracia,
para que, siempre y en
todo lugar, sean testigos de tu resurrección.
Y
que la bendición...
Despedida
Queridos
amigos: Conscientes del aporte a una sociedad más armoniosa, plural y humana
que nos hacen los pueblos indígenas, y con la alegría de sentirnos llamados a
una vida nueva y de ser testigos de ella, nos retiramos cantando.
FELÍZ DOMINGO EN LA PAZ DEL SEÑOR !