Liturgia de las Horas: 3ra. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
Introducción a la celebración
Hermanos: Es
común que el cristiano esté dispuesto a dar, a colaborar en el alivio de las
necesidades del prójimo. Pero suele ocurrir que medimos muy bien lo que damos,
nos cuesta dar con generosidad.
En este 32º domingo durante el año, la liturgia, a partir
del ejemplo de dos pobres viudas, nos invita a reflexionar sobre nuestra manera
de dar: ¿es ella generosa, o más bien tacaña?
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que presidirá
nuestra eucaristía, y cantamos.
Saludo inicial
“Ella dio de su
pobreza todo lo que tenía”, dirá Jesús de la pobre viuda.
Hermanos:
La liturgia de hoy nos invita decididamente a dar con generosidad.
El amor de Dios Padre
que “hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos”
esté con todos
ustedes.
Acto
penitencial
Todos
necesitamos misericordia y paz. Abramos nuestro corazón para recibirlas del
Señor.
(Después de un breve silencio).
– Salvador
nuestro. Porque nos cuesta dar con generosidad.
Señor, ten piedad.
– Mediador
nuestro. Porque nos cuesta dar con alegría.
Cristo, ten piedad.
– Redentor
nuestro. Porque nos cuesta dar con desinterés.
Señor, ten piedad.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura
(1Rey 17, 8-16): Dios,
que no se deja vencer en generosidad, recompensa la extrema generosidad de una
mujer viuda y pobrísima.
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"." Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
PALABRA de DIOS
Salmo (Sal 145, 6c-10): El salmo nos invita a alabar la bondad del Señor.
Participamos de esta oración, aclamando: ¡Alaba alma mía al Señor!.
Segunda lectura (Heb 9, 24-28): Jesús, por la generosidad de su entrega, consiguió para
nosotros una salvación infinita.
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
PALABRA de DIOS
Evangelio (Mc 12, 38-44): Jesús alaba a la viuda que entregó lo poco que tenía, y
reprocha a los que dan con ostentación de lo que les sobra.
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir".
PALABRA del SEÑOR
Credo
Los cristianos tenemos un solo Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se entrega generosamente a sus hijos.
Proclamemos con fe: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos:
Uniéndonos a los sentimientos generosos de Cristo, elevemos al Padre nuestra
plegaria universal.
A cada
intención, pedimos: Enséñanos a dar
con generosidad.
Por las instituciones de la Iglesia
dedicadas a socorrer las necesidades humanas.
Oremos.
Por cuantos en la sociedad comparten su
tiempo, esfuerzo y dinero para aliviar a los necesitados. Oremos.
Por los huérfanos, las viudas, los
extranjeros perseguidos, los que tienen hambre, los que están solos. Oremos.
Por CÁRITAS parroquial, diocesana. Oremos.
(Añadir y/o sustituir
intenciones).
Infunde, Señor,
tu amor sin reservas en nuestros corazones, inclinados a la mezquindad, para
que aprendamos a dar con generosidad. Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
Ofrezcamos al
Señor la sincera disposición de revisar nuestra manera de dar para hacerla más
generosa.
Prefacio
(P.E. V/c)
Demos gracias
al Señor, nuestro Dios, porque “Jesús, nuestro hermano, manifiesta su amor con
los pobres y los enfermos”.
Padrenuestro
Elevemos nuestra
súplica al Padre común que, en Jesucristo, a todos nos hizo hermanos: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Éste es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Jesús, que nos quiere generosos. Dichosos los invitados a la
Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: Sería incoherente recibir el
Cuerpo de Cristo sin comulgar con los hermanos, sobre todo los más necesitados.
Nos acercamos a la comunión, cantando.
Avisos parroquiales
(Después de la Oración Poscomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha
terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: Los
ejemplos de las dos viudas son concluyentes. Dios quiere que superemos la
mezquindad, demos y nos demos con generosidad.
El Señor esté con ustedes.
Que tu pueblo, Señor,
decida cumplir tu voluntad
y así alcance la alegría
del dar con generosidad.
Y que la bendición de Dios...
Despedida
Hermanos:
Volvamos a la vida diaria a testimoniar que el amor generoso de Dios anima
nuestras acciones.