Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio
Color: Verde
Santoral
San Alfonso de Ligorio
Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: La avaricia y la codicia acechan a todos. En este domingo 18º Durante el año, la liturgia nos muestra la insensatez de quien atesora para sí afectos, placeres, dinero y cosas materiales, en un afán de tener siempre más, dando un valor absoluto a lo que es relativo y caduco.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial
“Cuídense de toda avaricia porque, aún en la abundancia, la vida del hombre no está asegurada por sus riquezas”. Así de sensata es la enseñanza de Jesús, que hoy nos previene contra toda forma de codicia.
La gracia y la sabiduría de Jesús,
que nos invita a ser ricos
a los ojos de Dios,
estén con todos ustedes.
Acto Penitencial
¿Quién está libre de ese afán posesivo y desmesurado de cosas materiales?
Abramos el corazón a la misericordia de Dios, que tiene compasión de sus servidores.
– Tú que te has hecho pobre para enriquecernos.
Señor, ten piedad.
– Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia.
Cristo, ten piedad.
– Tú que has venido para que tengamos vida eterna.
Señor, ten piedad.
Gloria
Glorifiquemos a Dios, que nos ha creado para gozar de los bienes del cielo: Gloria...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Ecl 1, 2; 2, 21-23): Con desaliento, el autor del Eclesiastés quiere recordarnos lo pasajero de las cosas terrenas.
Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto,
y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado.
También esto es vanidad y grave desgracia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?
De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente.
También esto es vanidad.
Salmo (Sal 89, 3-6. 12-14. 17): Haciéndose eco de esta verdad, el salmo proclama la soberanía de Dios y la precariedad de la vida. Participamos de esta oración aclamando: Señor, tú has sido nuestro refugio, de generación en generación
Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
No sigáis engañándoos unos a otros.
Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestios del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
Evangelio (Lc 12, 13-21): Jesús muestra la insensatez de la avaricia y nos estimula a ser ricos para Dios.
Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?"
Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande
sobrado, su vida no depende de sus bienes."
Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:
¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha."
Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? "
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."
Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Uno de los problemas más importantes que la sociedad actual tiene es la mentalidad materialista, relativista y hedonista que, poco a poco se va imponiendo como norma de conducta, como estilo de vida. Para mucha gente lo único importante es el dinero, el poder, la comodidad, el placer, el culto al cuerpo… Es uno de los síntomas más claros del olvido de Dios en que ha caído la sociedad actual.
Este materialismo está presente en nuestras relaciones humanas. Se nota a la hora de educar a los hijos: se pone mucho interés en las cosas materiales –que tienen su importancia, pero relativa– y se descuidan aspectos fundamentales como la educación religiosa, los valores humanos...
Se nota también en la vida de las familias: nos preocupamos mucho por vivir llenos de comodidades, y olvidamos a veces crear un verdadero ambiente familiar en el que sea posible vivir y crecer como personas y como cristianos. Y este problema lo tenemos tanto a nivel de matrimonio, como a nivel de las relaciones padres-hijos.
También se nota en los jóvenes: muchos jóvenes viven una actitud ante la vida tremendamente materialista; actitud que se manifiesta en la falta de ideales, de ilusión, en vivir de una manera absurda y esclavizante la diversión, en tener como modelos de vida a personajes que viven en las antípodas del Evangelio.
Lo vemos también en el ambiente social: se nos invita a vivir pensando sólo en el dinero, a valorar a los que más tienen, a luchar por tener más al precio que sea.
Y la Palabra de Dios hoy te invita a descubrir que este planteamiento es absurdo. Te recuerda que el materialismo no tiene sentido, que no puede llenar jamás tu corazón.
La riqueza, aun siendo en sí un bien, no se debe considerar un bien absoluto. Sobre todo, no garantiza la salvación; más aún, podría incluso ponerla seriamente en peligro. En la página evangélica de hoy, Jesús pone en guardia a sus discípulos precisamente contra este riesgo. Es sabiduría y virtud no apegar el corazón a los bienes de este mundo, porque todo pasa, todo puede terminar bruscamente. Para los cristianos, el verdadero tesoro que debemos buscar sin cesar se halla en las "cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios". Nos lo recuerda hoy san Pablo en la carta a los Colosenses, añadiendo que nuestra vida "está oculta con Cristo en Dios" (Col 3, 1-3) (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 5-VIII-2007).
Y en el Evangelio el Señor te recuerda que de nada te sirve ganar el mundo entero si se pierde tu alma. Que lo que has de acumular de verdad son buenas obras, que es lo único que te abrirá el camino a la vida eterna.
La Palabra de Dios hoy te invita a revisar en profundidad tu vida para descubrir dónde está tu corazón. Te invita a revisar tu escala de valores para ponerlos en su sitio, sabiendo que, aunque las cosas materiales son necesarias, no pueden constituir nunca el centro de tu vida ni ser tu única preocupación. Tu principal preocupación ha de ser alcanzar la vida eterna, y todo lo que hagas o desees ha de ser para alcanzarla. Dios no te pedirá las libretas de los bancos, ni los títulos de propiedad de tus posesiones, ni los diplomas de las escuelas, ni los trofeos y medallas, ni los aplausos humanos... Todo eso es basura. Lo único que te va a pedir el Señor, lo que te hará verdaderamente feliz, la única riqueza que nadie te podrá quitar es tu fidelidad a Él y a la Iglesia y el pasar por el mundo haciendo el bien. ¿Dónde está tu corazón? ¿Cómo está tu escala de valores? ¿A qué aspiras en tu vida?
Credo
El “credo” es nuestra aceptación pública de la Palabra de Dios que hemos celebrado. Digamos con entusiasmo: Creo...
Oración de los fieles
Roguemos al Señor para que todos, y en especial quienes más bienes materiales posee, nos veamos libres de los engaños de la codicia y el egoísmo.
A cada intención, proclamemos: Danos, Señor, un corazón sensato.
Por las órdenes y congregaciones religiosas: para que sean modelos de desprendimiento y pobreza. Oremos.
Por los que ejercen alguna función pública: para que la codicia no los arrastre.
Por los que sufren por la avaricia y la codicia de otros: para que encuentren un justo resarcimiento. Oremos.
Por todos nosotros: para que no caigamos en la tentación de la codicia, sepamos valorar los bienes terrenales con criterios evangélicos y aspiremos a los bienes eternos. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Danos, Señor, un corazón sensato, para que descubramos el valor de los bienes celestiales y el vacío que siempre deja poner el corazón en los bienes de este mundo. Te lo pedimos...
Oración universal
Seguir a Jesús nos compromete a rezar por todos los hombres. Hagámoslo guiados por el Espíritu.
A cada intención, pedimos: Enséñanos, Señor, a escucharte.
Por todos los que han consagrado su vida a Cristo mediante una entrega exclusiva: para que experimenten la alegría de tener al Señor por herencia. Oremos.
Por las instituciones y las personas que luchan por liberar al hombre de toda esclavitud: para que sus esfuerzos tengan éxito. Oremos.
Por los jóvenes que piensan en la posibilidad de consagrarse totalmente a Dios: para que se dejen conducir por el Espíritu. Oremos.
Por todos nosotros: para que sepamos reconocer las ataduras que nos impiden vivir con mayor fidelidad el evangelio. Oremos.
Presentación de las ofrendas
Cristo, muerto y resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Unidos a él, por medio del celebrante, presentemos al Señor Dios del universo el propósito de despojarnos de nuestras cosas superfluas para ayudar a los necesitados.
Prefacio (P.E. IV)
Éste es el momento central de nuestra eucaristía. Con aclamaciones y el canto, nos unimos al celebrante, con gozo y gratitud, porque el Señor, nuestro Dios, es la fuente de la vida e hizo todas las cosas para colmarlas de bendiciones.
Padrenuestro
El Padrenuestro manifiesta el anhelo de todo corazón entregado a Dios. Digamos con fe: Padre nuestro...
Cordero de Dios
“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre”, dice el Señor. Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión
Hermanos: La comunión reproduce la Cena Pascual de Jesús con sus discípulos. El Señor nos exhorta: “Cuídense de toda avaricia”. Con alegría, marchemos a participar de la Cena del Señor, cantando.
Avisos parroquiales
(Después de la oración Postcomunión).
Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: El mensaje ha sido claro. ¿Para qué gastar la vida corriendo codiciosamente tras los bienes pasajeros? Los cristianos tenemos una misión mucho más espectacular: construir el reino de Dios.
Que el Señor esté con ustedes Ven, Señor, en ayuda de tus hijosy derrama sobre ellos tu inagotable bondad,para que busquen siemprelos bienes celestiales.Y que la bendición de Dios...
Despedida
Queridos amigos: Animados por la enseñanza evangélica y la gracia del Señor, nos retiramos cantando.