14º domingo de tiempo ordinarioLiturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio
Color:
Verde
Santoral
San Odon, Arzobispo de CanterburySanta Isabel de PortugalIntroducción a la celebración
Hermanos y hermanas: Éste es el tercer domingo en que la liturgia reaviva nuestra conciencia de discípulos, de seguidores de Cristo. Él mismo nos llama y nos envía para dar fruto en los diversos ambientes de la sociedad.
Este 14º domingo Durante el año pone el acento en dos aspectos fundamentales de la misión que Jesús nos encarga: anunciar el Reino y anunciar la paz.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra eucaristía y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
Saludo inicial“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”, nos dice Jesús.
Hermanos: Jesús nos llama y nos envía a anunciar su Reino, nos hace mensajeros de su paz.
La gracia y la paz
de Cristo, el Señor,
que nos envía a ser
testigos de su Reino,
estén siempre con ustedes.
Acto PenitencialEl Señor no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. Pidamos humildemente perdón.
– Tú nos envías a anunciar tu Reino.
Señor, ten piedad.
– Tú nos envías como mensajeros de paz.
Cristo, ten piedad.
– Tú nos envías a proclamar la alegría de la salvación.
Señor, ten piedad.
Gloria
Con alegría, con confianza, con gratitud, alabemos al Dios Trino: Gloria...
Liturgia de la PalabraPrimera lectura (Is 66, 10-14c): El profeta anuncia la alegría, la paz, los gozos que trae el reino de Dios.
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: "Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos."
Salmo (Sal 65, 1-3a, 4-7a. 16. 20): En consonancia con el anuncio profético, el salmo alaba a Dios por las maravillas de su obra. Participamos de esta oración diciendo: ¡Aclame al Señor toda la tierra!
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre; cantad himnos a su gloria; decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" R.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica, ni me retiró su favor. R.
Segunda lectura (Gál 6, 14-18): San Pablo anuncia que la paz y la misericordia del Reino brotan de la Cruz.
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Evangelio (Lc 10, 1-12. 17-20): Jesús envía a sus discípulos al mundo para anunciar su Reino y su paz.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo." Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo."
COMENTARIO
La Palabra de Dios que proclamamos este domingo tiene un contenido eminentemente vocacional y misionero: Dios elige y envía a quien quiere con la misión especial de consagrar toda su vida a proclamar la Buena Noticia de la salvación.
Jesús envía a sus discípulos para que anuncien el Reino de Dios. Son enviados de dos en dos, pues tienen que actuar como testigos. Ellos van delante del Señor: son sus pregoneros y tienen que preparar su llegada.
La mies es mucha: Los hombres son comparados con una mies que ha de recogerse en el Reino de Dios. Dios es el dueño de la mies: La acogida en su Reino de Dios es obra y gracia suya. Él da también las vocaciones de los discípulos. Por eso invita Jesús a orar para que el dueño de la mies mande nuevos obreros a proclamar la Buena Noticia. La oración por los obreros de la mies mantiene despierta en los discípulos la conciencia de haber sido llamados y enviados por la gracia de Dios, no por sus cualidades o sus méritos.
Los envió como corderos en medio de lobos, porque la tarea de la evangelización no es nada fácil, y las tinieblas tratarán de apagar la luz. Pero no importa, los discípulos no han de confiar en sí mismos, en su poder o en sus fuerzas: su fuerza y su poder es el Señor, que es quien les envía; Él les precede, les acompaña, les defiende y lucha en el corazón de cada uno de los que les escucha.
Además, no es el discípulo más que el Maestro, y por tanto, el discípulo tendrá que sellar sus palabras con su sangre, con la entrega de su vida, como hizo Jesús.
Los envió sin alforja ni sandalias, sin ninguna seguridad humana; el descanso, la seguridad y el mensaje del discípulo serán la paz y la Palabra del Maestro. No es necesario llevar nada. Dios será su única seguridad.
Los envió a anunciar la cercanía del Reino de Dios. El estilo de misionar es sencillo: ir de casa en casa dando la paz. Esta paz no es sólo un saludo, sino el don de la salvación, la Buena Noticia de Jesucristo.
Los Apóstoles, llamados y enviados por Jesús tendrán que predicar la Palabra y ayudar a sus hermanos. Lo importante es que los obreros permanezcan fieles al Señor para anunciar gratis el Evangelio que gratis recibieron; incluso durante la persecución confíen en el que les ha enviado sin sucumbir al miedo, y, por encima de todo, sepan hacer de Cristo el centro de su vida.
El Señor nos invita a orar porque la mies es mucha y los obreros son pocos. El campo de Dios necesita obreros comprometidos e ilusionados que siembren la Palabra y curen las heridas ocasionadas por el pecado.
El Señor te llama a ti. Tú estás llamado a ser testigo, a ser misionero. El Señor te invita a que des testimonio de la Buena Noticia del Evangelio en el mundo, en tu mundo. ¡No tengas miedo! ¡Confía en el Señor! Él lleva tu vida. Él te llama a ser testigo, a ser luz para tu familia, tus amigos, tus compañeros, tus vecinos…
Credo
Hemos escuchado la palabra de Dios. Proclamemos ahora nuestra solemne adhesión a su mensaje de salvación: Creo...
Oración de los fieles
Hermanos: Somos mensajeros de paz, alegría y libertad. Pidámoslas para todos los hombres.
A cada intención, pedimos: Danos fuerza para ser mensajeros del Reino.
Para que la Iglesia continúe anunciando al mundo el Reino de Dios, que es paz, alegría y salvación. Oremos.
Para que las naciones en conflicto alcancen la paz. Oremos.
Para que los que sufren junto a la cruz de Cristo gocen de paz y alegría espiritual. Oremos.
Para que nosotros, discípulos de Cristo, aceptemos la misión de trabajar por el Reino. Oremos.
(Añadir y/o sustituir intenciones).
Envíanos, Señor, al mundo junto a muchos y generosos colaboradores, para que extendamos tu Reino y anunciemos la paz.
Te lo pedimos...
Presentación de las ofrendas
El Señor, en su bondad, dejó a nuestra disposición todos los bienes materiales y espirituales de la tierra. Agradecidos, ponemos sobre el altar la ofrenda de nuestro pequeño pero real esfuerzo, para que reine la paz a nuestro alrededor.
Prefacio (Común IX)
Unidos al celebrante y a la Iglesia entera, elevamos nuestra gran Acción de Gracias al Padre, porque nos llama a cooperar con nuestro trabajo cotidiano en el proyecto de la creación.
Padrenuestro
Al concluir la consagración, pedimos: “Ven, Señor Jesús”. Ahora, antes de recibir el pan hecho Cuerpo del Señor, suplicamos: “Venga tu reino”: Padre nuestro...
Cordero de Dios
Gusten y vean qué bueno es el Señor. Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús que nos envía a trabajar por el Reino. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
Comunión Hermanos: En la eucaristía, Jesús, nuestra paz, viene a traernos la paz. Él alimenta nuestro empeño de ser mensajeros de su paz . Con alegría, marchemos a la Cena del Señor.
Avisos parroquiales
(Después de la oración de Poscomunión).
Rito de conclusión
La misa ha terminado. Nuestra misión comienza.
Hermanos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”.
Sumemos nuestro esfuerzo para que la alegría y la paz del reino de Dios llegue a todos nuestros ambientes.
Que el Señor esté con ustedes.
Que la paz de Cristo
reine en sus corazones;
que la palabra de Cristo
resida en ustedes
con toda su riqueza.
Y que la bendición de Dios...
Despedida
Queridos amigos: Con alegría nos retiramos, porque Jesús nos llama y nos envía a anunciar la paz. Cantamos.